Ecuador: Asamblea Constituyente no puede ser dictada por transnacionales  

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Mónica Chuji, desde ecuador me envia el siguiente artículo:
Asambleísta nacional y Presidenta de la Mesa de Recursos Naturales y
Biodiversidad de la Asamblea Constituyente


Durante los últimos días ha llamado la atención de nuestra mesa, la gran
cantidad de solicitudes presentadas por distintos gremios y empresas mineras,
especialmente interesadas o involucradas en proyectos de explotación de
minerales metálicos a cielo abierto. Parecería que la problemática ambiental
se redujera a la problemática minera, cuando en nuestra mesa 5 llamada de
“Recursos Naturales y Biodiversidad” durante las primeras semanas de
trabajo hemos identificado y debatido 9 grandes temas centrales como son: agua,
petróleo, minería, biodiversidad, ecosistemas frágiles, cambio climático,
ecología urbana, energías alternativas o biosfera, amparados en las
convenciones internacionales y regionales como Agenda 21, el Convenio de
Diversidad Biológica, el Convenio 169 de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT), el Protocolo de Kyoto o la Agenda Ambiental Andina por citar
solo algunos de los convenios que el Estado ecuatoriano ha suscrito en los
últimos 15 años.

Pulsa en la Lupa para seguir leyendo:


    Claro que el modelo extractivo y la sobre explotación de recursos naturales en
    nuestro país nos preocupa sobremanera y ocupa buena parte de nuestra atención
    y tiempo de discusión. Y en esa medida las puertas de nuestra mesa y de la
    Asamblea Constituyente están abiertas a escuchar todas las propuestas. Y así
    lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo con todos los sectores, incluidos los
    gremios, pobladores y trabajadores que viven de la minería y los ejecutivos de
    empresas mineras. Es nuestra obligación atender a todos los sectores y
    escucharlos.

    Pero también nos interesa ser lo más democráticos y plurales y aspiramos a
    que el conjunto de las organizaciones sociales del país, el pueblo
    afroecuatoriano, los campesinos de la Sierra, de la Costa, de la Amazonía, los
    pescadores, los artesanos, los jóvenes de colegios y universidades, las
    nacionalidades y pueblos ancestrales, los pobladores urbanos, los empresarios
    privados patriotas y responsables, los intelectuales comprometidos con el
    cambio en el país, las mujeres y los niños y niñas puedan hacer escuchar su
    voz y compartirnos sus preocupaciones, sueños, y propuestas muchas de las
    cuales son las nuestras.

    Pero penosamente hasta hoy, vemos que solo arriban de manera desproporcionada a
    Ciudad Alfaro, acá en Montecristi, quienes tienen mayores recursos económicos
    e invierten en lo que llaman “lobbying” (en inglés) o cabildeo, como
    sucede con varias empresas mineras transnacionales, desesperadas por saquear
    los recursos de oro o el cobre de nuestros subsuelos, a cambio de migajas en
    zonas donde nuestro pueblo ha sido excluido e ignorado por el Estado. La vieja
    historia del oro a cambio de espejos.

    No está en duda ni discusión que en esas zonas de concesiones mineras,
    socialmente hay totales carencias de infraestructura, empleo, salud y
    educación. Como tampoco está en duda que son zonas ricas en biodiversidad,
    bosques o fuentes de agua, y en algunos casos, territorios con pueblos
    ancestrales ricos en su cultura. Pero de ahí a plantear que la minería
    metálica a gran escala o a cielo abierto sea la varita mágica que resuelva
    todos nuestros problemas como país hay un enorme abismo y distorsión.

    Particularmente las tesis con las que me identifico, y planteadas desde hace
    muchos años dentro de nuestras organizaciones kichwa amazónicas de las que
    provengo y a las que me pertenezco, son las que parten de nuestra filosofía
    del Sacha Runa Yachai (sabiduría de la gente de la selva), principios como el
    Sumak Kawsay (la vida en armonía, entendida de manera integral tanto lo
    material como lo espiritual) el Tukuy Pacha (la necesidad de que toda persona
    tiene derecho de saber y acceder a toda clase de ciencia y de conocimiento), y
    lo que conocemos como el Pachamamapi Tyak Kawsay Kunata (el uso y
    administración de los recursos de la madre naturaleza) o el Mushuk o Sumak
    Allpa (la de una relación armónica, respetuosa y equilibrada con la Madre
    Tierra o selva, que nos permite tenerla siempre nueva o renovada), son los que
    nos enseñaron nuestros mayores y eso es en lo que creo y lo que defiendo.

    Y por esa misma razón, el debilitamiento de nuestras organizaciones, la
    destrucción de nuestras culturas, sabidurías y prácticas o la pérdida
    gradual de nuestros territorios son causales graves de la destrucción de la
    naturaleza, pero eso amerita otra nota y otra explicación más amplia, que
    pondré a consideración de Ustedes en los próximos días.

    Nuestro país no vive según esos principios ancestrales. No hay vida en
    armonía por ningún lado. Al contrario, se desprecia la vida humana y toda
    forma de vida. Hay demasiada miseria y desigualdad como para estar tranquilos,
    según nos lo explicó el doctor Carlos Larrea, de la Universidad Andina Simón
    Bolívar hace pocos días.

    Si vamos al tema del saber o las ciencias, el conocimiento occidental y moderno
    etnocéntrico ha despreciado las ciencias, prácticas y conocimientos de
    nuestros pueblos ancestrales, y además llega a una elite, de manera mutilada,
    generando una gran exclusión y diferencia entre la gente de nuestro pueblo.

    Y respecto a la naturaleza, en lugar de renovarla, de regenerarla
    permanentemente, lo que hemos vistos son dos cosas: o nos plantean conservarla
    desde una perspectiva romántica de paisaje o estética para una elite, a costa
    de los derechos y necesidades de nuestra gente y de nuestras nacionalidades, o
    la depredan hasta la extenuación, como lo hicieron sucesivamente en los
    últimos 150 años cacaoteros, bananeros, camaroneros, florícolas, madereros,
    almicultores o petroleros, como nos lo explicó con claridad durante su visita
    la ex canciller, doctora María Fernanda Espinosa.

    No creo que la minería sea el futuro. La minería metálica en nuestros
    países es herencia colonial. Ahí tenemos el ejemplo de Bolivia, un país
    minero casi 5 siglos, donde las minas de oro y plata en los Andes han sido
    mecanismos de genocidio y saqueo, y causantes de la miseria y exclusión
    histórica de Aymaras y Kechwas, que ahora trata de cambiar el presidente Evo
    Morales con el apoyo de la mayoría del pueblo pobre y la oposición rabiosa de
    la oligarquía de la media luna, apoyada por el gobierno de George W. Bush.

    El crecimiento económico peruano de la actualidad, basado en el “boom
    minero”, tan publicitado por el presidente Alan García y los corifeos
    neoliberales, tampoco ha resuelto los problemas de las distintas regiones
    andinas de nuestro vecino país -donde se explotan los minerales- sumidas no
    solo en la más absoluta miseria y pobreza, sino afectadas por la depredación
    de sus fuentes de agua y la contaminación de sus suelos agrícolas. Lo que ha
    agudizado la minería del oro y del cobre en Perú es desigualdad, acumulación
    de riqueza en pocas manos, violación de derechos humanos, muerte y una mayor
    destrucción de la naturaleza como sucede en Cajamarca, Piura o Moquegua, por
    citar los casos más conocidos.

    Si vemos por otro lado, otro país latinoamericano como Costa Rica, éste no ha
    tenido petróleo, ni explota minería metálica a gran escala y sin embargo
    vive mejor que nosotros alrededor de la industria sin chimeneas que es el
    turismo. Es un caso de un país que sabe aprovechar las potencialidades de su
    territorio de manera sustentable.Prefiero creer en la palabra del presidente
    Rafael Correa que planteó que el futuro de nuestro país está en el turismo y
    el manejo sostenible de nuestros bosques, de nuestra biodiversidad. Esos son
    nuestros puntos de vista y de debate y por eso me parece inadecuado pensar que
    debemos considerar a la minería como una opción de futuro. No podemos los
    ecuatorianos y las ecuatorianas apostarle a eso. Debemos de una vez por todas
    romper con el colonialismo.

    No podemos repetir con nuestros hijos y sus descendientes el error que
    cometieron con nosotros los criollos que fundaron la república del Ecuador, y
    sus descendientes hoy empeñados a gritos y chantajes, en reactivar una
    campaña secesionista que empezó en el siglo XIX.


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1 Comentarios: to “ Ecuador: Asamblea Constituyente no puede ser dictada por transnacionales


  • 7:44 p.m.  

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