EEUU hacia el Socialismo Siglo XXI  

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La Organización Socialista del Camino para la Libertad (OSCL/FRSO)[1] presenta este documento como una contribución al desarrollo de una sostenida Izquierda revolucionaria de masas en EE.UU., algo que hasta ahora no ha existido. Para facilitar esta discusión adentro de la Izquierda y en el amplio movimiento progresista, el documento incluye un breve resumen histórico, explora algunas lecciones ya aprendidas y presenta un análisis de las fuerzas sociales más claves. Todo esto ha servido para alimentar nuestro análisis político y a profundizar nuestra comprensión sobre las condiciones actuales. En el espíritu de la unidad revolucionaria y el diálogo, OSCL/FRSO ofrece unas recomendaciones y pensamientos iniciales para poder avanzarnos.
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    Las enormes demandas de nuestros tiempos y el asalto constante del capitalismo contra los pueblos oprimidos en todo el mundo y los recursos de la tierra hace urgente esta tarea. Será sólo con la victoria decisiva sobre el capitalismo y el comienzo de un proceso de transformación revolucionaria que será posible desviar la Tierra del presente rumbo hacia el colapso social y ecológico.

    Por más de veinte años OSCL/FRSO ha luchado con la realidad de la ausencia de tal movimiento y por eso queremos invitar a otras/os a colaborar en este esfuerzo. En nuestras discusiones hemos sacado muchas ideas de fuentes adentro y afuera del movimiento socialista, y hemos concluido que la realización de la democracia completa y el poder y la dirección de la clase trabajadora en este país significa la necesidad de una nueva evaluación y reconstrucción de la teoría, programa (la práctica) y los componentes organizativos del socialismo tal como existe hoy día. Este proceso que llamamos Refundación de la Izquierda incluye la tarea de la formación de un partido revolucionario, o partidos, para el socialismo. También requerirá la participación colectiva de no sólo las fuerzas conscientes para vencer el capitalismo, sino también la perspectiva de decenas de miles de gente trabajadora y de los pueblos oprimidos que saben que algo esta mal, pero que no han encontrado ni donde ni como realizar sus sueños.

    Aunque hay muchas lecciones sobre los proyectos socialistas del pasado, nosotras/os creemos que con un resumen claro de los experimentos anteriores e intentos para crear una nueva sociedad, que sí podemos crear un socialismo para el Siglo 21. Nada menos que la revolución puede enfrentar la desigualdad y devastación ecológica causada por el sistema capitalista/racista/machista. Como socialistas seguimos la lucha para un sistema económico, social y político dirigido por la clase trabajadora. Nosotras/os somos para una visión democrática y revolucionaria del socialismo; un socialismo no representado por el desarrollo de un nuevo grupo dominante o clase opresora, sino una que sea representada por el apoderamiento real de la clase trabajadora y todos los pueblos oprimidos. Sacamos mucho de y defendemos el feminismo, el ambientalismo, la liberación de la gente queer y trasgénero y las luchas de liberación nacional aquí y en todo el mundo.

    El propósito principal de este escrito es de enfocar en el aspecto organizativo del cambio revolucionario: la necesidad para organización(es), y en fin de cuentas la necesidad para un partido, o partidos, de la Izquierda revolucionaria. Tal partido no sería en la actualidad o en el pronto futuro un partido electoral en el sentido tradicional. Nosotros/as vemos tal organización como una que une los/las líderes populares de los/las oprimidos/as y de los movimientos sociales progresistas existentes. Ese partido lucharía no sólo para la meta final del fin del capitalismo y el socialismo, sino que se dedicaría a las luchas para las reformas adentro del capitalismo mientras que juegue un papel clave en la educación de su base y sus aliados/as sobre la necesidad para la transformación social fundamental.

    Unas cuestiones sobre la forma final del partido son: ¿Será una agrupación de organizaciones múltiples? ¿Una colección de varias organizaciones? ¿Una sola organización de distintas tendencias? ¿Cómo se une la responsabilidad con la democracia amplia? Todo esto será parte de un largo proceso, un proceso que significa un plazo de varios años para completar. Pero nosotros/as concluimos que en la ausencia de organizaciones, particularmente un partido revolucionario, la posibilidad de vencer al capitalismo esta remota. Como han concluido muchos de los movimientos y líderes, la responsabilidad de las/los socialistas es de desarrollar una teoría y práctica que resulte en la creación de tales organizaciones y un partido. Pero si adelantamos esta idea ahora, no nos vamos a encontrar en posiciones para poder aprovechar los eventos que se presentan. En el período después de Katrina y del surgimiento de las/los inmigrantes quedaron sólo dos ejemplos de las consecuencias de la falta de una estructura nacional y organización para responder y sin la habilidad para realizar una perspectiva de la Izquierda para poder efectuar los resultados.

    Desde nuestra perspectiva (¡tratado ampliamente en este papel!) hasta la fecha ninguno de los proyectos socialista/comunista—que sea la experiencia soviética, el “eurocomunismo”, maoísmo, anarquismo, o la democracia social—han podido realizar una práctica socialista basada en las masas. En las mentes de muchos/as, el socialismo ha perdido crédito y no es visto como una alternativa deseable, aun para la gente que considera que el capitalismo no les sirve ni a ellos/as ni al planeta. Pues, la cuestión de ahora es, ¿cuál es la alternativa? Con este papel queremos abrir la puerta a algo nuevo, diferente y extraordinario que nos puede unir en la lucha; a algo que provoca el debate y el cuestionamiento de algunas de las suposiciones “marxistas”; a algo que une la historia de los movimientos sociales con las lecciones de la Izquierda política. En breve, a algo que nos lleve a un futuro que deseamos para nosotros/as, para nuestros hijos/as y para las generaciones del futuro.

    En este papel referimos a la “crisis del socialismo” – es decir, los fracasos, errores y defectos de los proyectos socialistas anteriores que afectan e influyen todos/as los/las revolucionarios/as hoy día. En vista de esta crisis, nosotros/as reconocemos la necesidad para una teoría revolucionaria socialista y práctica que nos dirige a hacer el cambio revolucionario en el Siglo 21.

    El capitalismo es un enemigo ágil y persistente que siempre busca como aprovechar las debilidades de las/los radicales y revolucionarias/os y las organizaciones que ellos/as han construido. El sostenido asalto del capitalismo ha creado un mundo caótico—los desplazamientos masivos de poblaciones, la agresión imperialista, las alianzas políticas cambiantes en todo el mundo, la amenaza de las armas nucleares, la devastación ambiental y los desastres—todos hechos que la Izquierda no esta preparada para enfrentar.

    Afortunadamente, nosotras/os en EE.UU. no somos los/las únicos/as que buscan una teoría socialista, programa y las organizaciones que pueden funcionar en el mundo de hoy. Las/los revolucionarias/os de Cuba, Nepal, las Filipinas, hasta Escandinavia, África y Europa están comprometidas/os a este proceso también. Sus luchas nos inspiran y presentan algo real mientras que luchamos para transformar el mundo.

    En este contexto los/las que están comprometidos/as al fin del capitalismo y la transformación revolucionaria para el socialismo revolucionario desde adentro de los avanzados países capitalistas del Norte y del Sur Global, deben comprometerse a un proceso riguroso de reflexión, auto-evaluación, corrección, y a nuevas teorías y estrategias. Esto incluye, pero esta limitado a, los/las como nosotros/as que mantenemos el socialismo. Las respuestas a la crisis del socialismo no se encuentran en las páginas de libros de los tiempos pasados aunque ciertos elementos positivos se encuentran en las obras de los/las revolucionarios/as de los tiempos pasados. Además, las obras de otros/as teóricos sobre una variedad de cuestiones – el patriarcado, la supremacía blanca, el ambiente – aunque sean importantes para la revitalización del socialismo, no son en si una bala mágica. Sin embargo, la cuestión del desarrollo de una teoría y práctica socialista para el Siglo 21 debe comenzar con la voluntad para enfrentar unas de las duras verdades sobre lo que funcionó y lo que no funcionó en el socialismo del Siglo 20, además de confrontar las realidades y los desafíos del imperialismo (y del estado imperialista) de nuestra era: la globalización neo-liberal. Es ahí donde queremos comenzar con la primera de muchas conversaciones.

    La Globalización Neo-Liberal: El Imperialism del Siglo 20
    La Segunda Guerra Mundial transformó el mundo. Los dos grandes poderes que aparecieron, por lo menos militarmente, fueron EE.UU. y la URSS. Desde 1945 hasta aproximadamente 1973 los países occidentales capitalistas experimentaron la llamada “época dorada del capitalismo,” un nombre mal puesto en varios sentidos, aunque para el oeste, y especialmente para EE.UU., se efectuó una alza en la calidad de vida.

    Durante ese mismo período EE.UU., y de manera algo diferente, sus aliados occidentales capitalistas, inició una virulenta campaña ideológica anti-izquierda/anti-comunista—“la Guerra Fría”—contra el bloque dominado por la URSS. Para EE.UU. todo que le importaba era que ese bloque estaba (1) mayoritariamente fuera del mundo de influencia del capitalismo occidental, (2) fue imprevisible, (3) en contrapunto al “paraguas nuclear”, tendía de apoyar a los movimientos de independencia y liberación nacional, especialmente en el Sur Global, además de los movimientos izquierdistas locales.[2] En EE.UU. esta campaña ideológica anti-izquierda tenía un componente interno que se enfocaba en las organizaciones progresistas y de Izquierda.

    Una combinación de la guerra en Vietnam, las luchas de las clases trabajadoras (inclusive los movimientos pro-libertad de la gente de color y el movimiento femenil) y el estancamiento económico desafiaba el consenso operador Keynes.[3] Este consenso, basado en la idea que el estado debe intervenir para mantener el crecimiento del capital y para disminuir ciertos de los efectos más duros del capitalismo contra los/las pobres, ha sido dominante en EE.UU. hasta ese período. En respuesta, los capitalistas empezaban a experimentar con la eliminación de las restricciones institucionales y políticas para la acumulación del capital y las ganancias. Durante la época del llamado “Thatcherismo,” y en EE.UU. el “Reaganismo,” el mundo llegó a comprender esto como la teoría del “neo-liberalismo.” Ideológicamente hubo un cambio hacía una económica agresiva que se enfocaba en el individuo tanto en los servicios públicos, el sector público, y los gastos para el bienestar que fueron considerados en contra de una economía exuberante. Ya no nos considerábamos como prójimos ya que habíamos llegado a la época del “yo me preocupo primero por mi mismo” y “la avaricia es buena”.

    El neo-liberalismo se hizo la orientación ideológica para la reorganización dramática del capitalismo global. Revelándose seriamente desde mediados de los años 70, esta reorganización—generalmente llamada globalización—abarca varios aspectos tanto la revolución electrónica—facilitada por la super-movilidad del capital; la internacionalización de la producción; la disminución de las protecciones del comercio; y la creación de la infraestructura económica internacional para facilitar el reforzamiento de la acumulación del capital y el papel de la clase capitalista internacional. La globalización neo-liberal ha producido una exagerada polarización de la riqueza en el planeta y una profundización de la dependencia de los países del Sur global en los países del Norte (particularmente por medio de la llamada deuda del Tercer Mundo), además de un asalto total contra las organizaciones populares, incluyendo pero no limitado a los sindicatos.

    Como presenta Samir Amin en su obra, The Liberal Virus (El Virus Liberal), la globalización neo-liberal dominada por EE.UU. (o en términos marxistas, el imperialismo del Siglo 21) tiene el potencial de ser más violento, más destructivo, y más fatal para más gente—sobre todo para la gente campesina en los países pobres—que en cualquier otro período durante el desarrollo capitalista. La reorganización actual del capitalismo global es no menos violento que los cercamientos de Bretaña medieval o el comercio de las/los esclavas/os africanas/os. La violencia militar y la represión son aspectos de esta reorganización. Las armas de alta tecnología hace un juego de la guerra, y “protegen” las/los soldados y el público tapando sus ojos de los cadáveres y las tierras e infraestructura quemadas dejadas por sus “juegos.”

    El Estado Autoritario Neo-Liberal

    La cuestión de la evolución del estado bajo la globalización neo-liberal es de alta importancia particular para la Izquierda. Algunas/os creen que el neo-liberalismo disminuye el papel del estado en relación del dominio directo del poder corporativo; por nuestra parte nosotras/os tenemos la perspectiva que el neo-liberalismo necesita un estado firme. Primero, se necesita el estado para manejar la reorganización radical del capital y para asegurar la conformidad internacional con el mando del capital global en general y el imperialismo yanqui en particular. Un papel segundario del estado es de reprimir y controlar la resistencia al proceso de la reestructuración. Para conformar con estas exigencias el estado se ha cambiado considerablemente. Las libertades civiles se han reducido los parámetros del discurso político aceptable (es decir, lo que se considera la opinión legítima). La policía, las fuerzas militares y las prisiones son de alta importancia para el neo-liberalismo, mientras que el sector público y la preocupación para el bienestar público son de mínima prioridad. La represión oficial del estado no ha sido la respuesta elegida a un resurgimiento de los movimientos populares tanto como ocurrió en los 60 y 70 cuando el estado intentaba aplastar violentamente estos movimientos. En lugar se esto, las fuerzas dominantes usan la amenaza del terrorismo para avanzar sus intereses económicos y políticos de largo plazo, en EE.UU. e internacionalmente. La indiferencia criminal para las/los sobrevivientes del Huracán Katrina se compara con la invasión de Irak, con el intento de controlar (y privatizar) el estado iraquí y sus recursos naturales.

    Esta pronunciada evolución del estado demuestra lo que nosotras/os consideramos “el estado neo-liberal autoritario.” Este se distingue de otras formas de dominio

    derechista incluyendo muchos aspectos del fascismo[4] del Siglo 20. Algunos de estos incluye: (1) es una evolución hacía y no una abrupta terminación del mando democrático y los derechos; (2) no existe un movimiento de masas organizado que tiene el poder y que llama para el fin de la democracia constitucional; (3) no hay una división dentro del ‘bloque de poder’[5] que no puede, en estos tiempos, ser resuelto a través de las vías legales.

    Sectores de la izquierda de EE.UU. tienen la maña de identificar todas formas de dominio represivo derechista con el fascismo. Esto complica cualquier análisis, pero también—e irónicamente—idealiza la democracia burgués así que se la identifica la democracia burgués con la paz y libertad relativa para la mayoría de la gente. Como se ha mostrado en la historia de EE.UU. reiteradamente, la represión es un pilar de la democracia burgués.

    El estado neo-liberal autoritario—no es un nombre muy científico pero sirve para capturar la esencia del proceso que se revela—representa la evolución del estado democrático occidental burgués. Ha efectuado el lento descenso de las libertades civiles y los derechos, además de la lenta restricción del discurso político aceptable. Es altamente represivo, y en su represión sirve a los intereses del capital global y la reorganización del capitalismo global. En este sentido no es una sencilla descripción de una u otra administración del ejecutivo—o sea, la de Bush—sino que es una tendencia del dominio capitalista en esta época.

    La ferocidad del estado neo-liberal autoritario en EE.UU. es también conectada al empuje unilateral creciente de la política extranjera de EE.UU. EE.UU. desea limitar el aporte internacional, inclusive de sus propios aliados. EE.UU. busca una hegemonía global en determinar la forma final de la reorganización del capitalismo global, por lo menos para el futuro inmediato.

    La disolución del estado de bienestar (welfare) y el surgimiento del neo-liberalismo (y el estado neo-liberal autoritario) ha presentado una profunda confusión adentro de las filas de los movimientos populares. La mayoría de los movimientos establecidos en EE.UU. se encontraron formados hasta cierto punto adentro del contexto del estado del bienestar del New Deal (El Nuevo Acuerdo que se realizó después de la Gran Depresión). Mientras que el New Deal[6] se deshacía, se les hizo difícil para los movimientos progresistas sociales a recuperar su equilibrio. En cada momento un retraso por aquí o por allá fue visto como un fenómeno temporal, y no como que la realidad que el consenso del New Deal y el estado del bienestar se iban terminando.

    La globalización neo-liberal es mucho más que solo unas compañías que se mudan a otros países. La globalización se trata del cambio en la naturaleza del trabajo, el capital, y la legitimidad del Estado. Ahora esta más claro que el Estado no cubrirá las necesidades de la gente para que ellas puedan solucionar sus problemas cotidianos. Mientras que el Estado es vaciado de recursos, sin respecto del intento de ciertos líderes políticos, se hace más difícil cumplir con sus promesas a la gente.

    La reorganización del capital global presenta produce las poblaciones superfluas o prescindibles, incluyendo las/los del extranjero que han perdido sus derechos a la tierra y que se encuentran forzadas/os a emigrar a las ciudades o hasta otros países. La superfluidad emana de varios problemas. Primero, son las reducidas opciones para trabajos. El impacto de un sector público hambriento y reducido ha afectado más a las/los afroamericanas/os quienes desde los años 60 encontraban empleos en el sector público. La superfluidad también incluye muchas/os asociadas/os con los trabajos industriales del Siglo 20 (y en el sector agrícola, por ejemplo en el algodón y tabaco) en el norte global. Las industrias no se han desaparecido globalmente, ni en EE.UU., pero sí han cambiado su forma, tamaño y composición. La robotización además de la casualización ha dejado la población activa particularmente vulnerable a los sentimientos de la competencia sin fin de otras/os en la misma población activa. La competencia es doméstica e internacional. El temor de la competencia de las/los inmigrantes, o de la amenaza de perder sus trabajos a otros países deja todas/os las/los trabajadoras/es con sus ojos pelados. Ningún trabajo es inmune de la globalización neo-liberal. De hecho, la cuestión es como la globalización neo-liberal afectará el trabajo.

    Dentro de la globalización neo-liberal ha habido una aumentada feminización del proletariado global. Esta tendencia lleva implicaciones inmensas sobre el cambio en los papeles de género y en la cuestión del trabajo de los hombres. Como hombres, particularmente los del estrato medio—referimos a elementos de la pequeña burguesía[7]— se encuentran con educación pero sin trabajos, y ellos ven a las mujeres como competidoras para los trabajos. Para ellos, las mujeres tienen el carácter de enemigos en lugar de ser reconocidas como compañeras por la opresión que ellas enfrentan como mujeres y trabajadoras. Varias formas del populismo derechista que pretenden reforzar el machismo tradicional llaman a este miedo. El fascismo eclesiástico de tipo al-Qaeda es simplemente una versión extrema de esta reacción derechista.

    La aumentada participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, además de las demandas de la mujeres para la democracia y contra el machismo ha producido una reacción de la Derecha política. Esta reacción que se presenta como defensa de los supuestos “valores familiares” es sólo otra forma para desafiar a los papeles de género en un sentido amplio. Con la globalización neo-liberal y la creciente competencia para los recursos naturales, además de la empobrecimiento de poblaciones enteras, las mujeres ahora se encuentran en un blanco conveniente para la Derecha política y son los chivos expiatorios para los problemas que los hombres de la fuerza de trabajo enfrentan (y los/las que quieren entrar en esta fuerza formal).

    La globalización neo-liberal presenta peligros ecológicos mientras que la comodificación de todo procede y cada rincón del planeta es registrada en la búsqueda de las ganancias. Así, las tierras frágiles son perforadas en búsqueda del petróleo; se modifican las plantas genéticamente de manera que se hagan más vulnerables a las plagas mientras socavando la agricultura local. Los recursos económicos para los servicios básicos de salud se desvanecen. Y tenemos la problemática del uso continuo del combustible fósil que aumenta el calentamiento del planeta. El enamoramiento del capitalismo total de China, además del empuje de India para el prestigio mundial, ahora significa que casi una tercera parte del planeta esta cayendo en un hambre insaciable para los combustibles fósiles, sobre todo para el petróleo. Las presiones solo pueden aumentar así que ya pasamos, o pronto pasaremos, el fenómeno de “peak oil.”[8]

    Mientras que la globalización neo-liberal empuja el planeta y la gente más profundamente en un estado de crisis, aparecen ciertas cuestiones de esta análisis del período actual. Estas son:

    Hay muchas conclusiones que uno puede sacar de este escenario, y todos significan implicaciones organizativas:

    *¿Se ha intensificado la lucha de clases en este período? ¿Hay ahora más lucha para los recursos del planeta? ¿Cómo, y entre quienes?
    *¿De que manera se está reforzando la globalización neo-liberal en este período? ¿Se está enfrentando algunos debilidades y desafíos? ¿Qué del dominio del imperio yanqui?
    *¿Hay más o menos oportunidades para que los movimientos sociales funcionan juntos en este período?
    *¿Se minimiza o amplia las oportunidades para las reformas el neo-liberalismo?
    *¿Cuáles son los papeles de las mujeres como una fuerza política independiente? *¿Dónde desafían el machismo y los papeles tradicionales de género las mujeres?
    Se han mejorado las condiciones materias para la unidad internacional de la clase trabajadora? ¿O se ha intensificado las tendencias para competencia hacía las divisiones y la fragmentación?

    La Globalización Neo-Liberal, la Resistencia y la Izquierda

    La globalización neo-liberal, inclusive la creciente crisis ecológica, junto con los desprestigiados proyectos socialistas y comunistas son las contradicciones que definen nuestros tiempos. Dan forma al terreno en el campo donde operan y desarrollan los movimientos populares de masas, los partidos y organizaciones de Izquierda y las/los radicales de todos colores y sabores. Se ha ganado mucha credibilidad con muchas gentes trabajadoras en el mundo las cuestiones y críticas de las Izquierdas socialista y comunista, que sean justas o no, si tienen razón o no. Esta realidad hace más difícil para formular una visión y proyecto alternativo a la globalización neo-liberal. Esta es la situación que encontramos en todo el mundo aunque se presenta de manera diferente en diferentes lugares según las condiciones.

    Como se ha presentado en otras partes de este papel, la reestructuración económica, la revolución tecnológica y la creciente competencia de los nuevos poderes capitalistas han cambiado totalmente el modelo económico, la estructura política y el contrato social que surgió después de la Segunda Guerra. Simultáneamente—y estrechamente relacionado—el orden internacional pos-Guerra Segunda también se esta reorganizando y un nuevo orden internacional surge. Este proceso que empezó hace unos treinta años fue propulsado por el colapso de la Unión Soviética y llegó a una nueva fase cualitativa después de los ataques y masacre en Nuevo York el 11 de septiembre 2001.

    Todo esto hizo un impacto tremendo en la política y programa de la Izquierda, en los movimientos populares de masas y otras/os radicales de la Izquierda. Se ha afectado a las condiciones fundamentales, el alineamiento y balance de las fuerzas sociales, las opciones estratégicas y metas prácticas de todo movimientos y organizaciones pertinentes. Además, el nuevo orden internacional que esta brotando ha impactada profundamente a los movimientos de liberación nacional, y de manera semejante ha afectado el contexto, los alineamientos políticos, el programa y la política de esos movimientos.

    Bien o mal, todo esto se presenta en un tiempo en que la Izquierda política experimenta una crisis de proporciones históricas. La inhabilidad de la Izquierda para proveer una base teorética y programática para un modelo alternativo a la globalización neo-liberal agrava la crisis que la humanidad, y todo el planeta, enfrenta. Al menos que se cambien radicalmente las tendencias actuales, estaremos enfrentados/as por un futuro de inestabilidad económica, el agotamiento de los recursos naturales, una crisis ecológica, la lucha social y la guerra. Por lo pronto, el lema “Otro Mundo Es Posible” queda solamente un lema.

    Internacionalmente, la Izquierda ya no goza de su centro de equilibrio como cuando las Internacionales Socialistas de los años de 1848 hasta principios del siglo 20, o la Tercera Internacional Comunista dirigida por la URRS de 1919 hasta 1943. Nos conviene recordar que durante el período de los años 1920 hasta 1940 millones de personas en todo el mundo marchaban bajo una bandera común. Armada con una ideología común—el comunismo marxista—la gente trabajadora en todo el mundo se unió y adoptó un juego común de política, programa, demandas, y eslóganes en un movimiento unido. Esto no significa que la Izquierda era monolítica, sino que un centro de equilibrio creó el contexto para la experiencia y el entendimiento común por parte de millones de gente trabajadora. Mientras que hay críticas válidas de los partidos comunistas de esa era, queda mucho para aprender de sus experiencias.

    De manera semejante, los movimientos anti-colonial y de liberación nacional en el período después de la Segunda Guerra representaban un proceso histórico y experiencia común. Estos movimientos derrotaron el orden colonial global de Europa que estaba tan golpeado después de la Segunda Guerra Mundial. Muchas, si no la mayoría, de las luchas de liberación nacional fueron inspiradas y dirigidas por activistas socialista y comunista e intelectuales marxistas. Desde Asia hasta Latino América y África, en país tras país, las organizaciones inspiradas por diferentes variaciones del marxismo-leninismo (e inclusive el maoísmo y “castrismo” de la Revolución Cubana) formaron el corazón del proceso revolucionario que buscaba usar los instrumentos del marxismo de manera dialéctica para enfrentar las condiciones en y el contexto de sus países. Durante este período una variedad de instituciones y organizaciones tanto la Conferencia de Bandung, los Tri-Continentales y las Conferencias Pan-Africanas se juntaron para dar la dirección y coherencia política a los movimientos. Una parte vital de este surgimiento histórico fue el Movimiento de Liberación Negra en EE.UU. que proveía un puente entre los movimientos del Sur Global y la lucha de libertad en el corazón del imperio. Todo esto sirvió para crear una experiencia común y el contexto para el desarrollo del marco teorético y político que guiaba la acción de millones en todo el mundo.

    Hoy día tal movimiento global e histórico global no existe. En el escenario del mundo de hoy hay una variedad amplia de movimientos nuevos y viejos y críticas radicales del capitalismo. Las organizaciones que nacieron en los años 30 ahora se relacionan con las fuerzas de la “Nueva Izquierda” de los 60, ambos operando en el contexto de nuevos movimientos, organizaciones e ideologías revolucionarias. Creando la unidad en este contexto presenta numerosos desafíos. Tal vez más importante es que nos hace falta un lenguaje común y marco teorético de referencia para poner nuestro activismo en su contexto apropiado.

    En consideración de lo anterior, hay también una cantidad de tendencias positivas que están uniéndose que podrían presentar la base para un renacimiento de la Izquierda. Si miramos a las tendencias globales se ve una Izquierda diversa ascendiente en muchas partes y que se está forjando diferentes senderos hacia el poder y muchos diferentes modelos económicos. Conciente del riesgo de la sobre-simplificación, el siguiente sondeo pretende escoger unos ejemplos del como los diferentes sectores sociales y movimientos en todo el mundo están resistiendo y enfrentando el ataque neo-liberal.

    Los movimientos populares de la Izquierda

    Unos de los aspectos más emocionante del período reciente ha sido el surgimiento de muchos movimientos populares de masas que llevan políticas explícitamente de Izquierda. Entre estos son el movimiento para la justicia global, los movimientos de los pueblos indígenas, los movimientos LGBT, pro-ambiente, pro-inmigrantes, anti-guerra y los movimientos de los/las pobres. Muchos de estos han afectado dramáticamente a las políticas de sus países, y han cultivado tierra nueva en la acción radical y el pensamiento. Frecuentemente, estos movimientos han avanzado un análisis totalmente radical sobre el capitalismo desde una nueva perspectiva, y así profundizan nuestra comprensión de la realidad en que vivimos. Es también notable que muchos de estos movimientos se han hecho realmente global en su naturaleza. Facilitado por la revolución del IT, los movimientos han crecido en el contexto del Internet y el acceso a viajar rápidamente en el mundo, forjando una experiencia común e identidad sobre las fronteras.

    Los nuevos movimientos basados en la clase tanto el MST de Brasil (Movimiento de Trabajadores/as Sin Tierras) han creado movimientos de Izquierda verdaderamente de las masas y con la capacidad para movilizar una base sobre una agenda radical y revolucionaria. Semejantemente, en todo Latinoamérica durante los últimos diez años se ha visto un surgimiento de sindicatos militantes y movimientos populares capaces de derrotar gobiernos y resistir los ataques del neo-liberalismo (Argentina, Ecuador, Bolivia y Panamá).

    Más recientemente la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en México ha presentado un nuevo modelo para la lucha en el período actual. Esta explosiva lucha popular se inició cuando el sindicato de maestras/os hicieron huelga sobre demandas comunes en las negociaciones para los sueldos y beneficios. Desde entonces todo creció enormemente hasta que se realizó un levantamiento popular que enfrentó el sistema económica y política en poder. Enfrentadas/os por la fuerte y creciente represión, las/los maestras/os y sus aliadas/os pudieron conectar la lucha para un nuevo contrato a la lucha más amplia para la democracia y en contra del PRI[9] en Oaxaca.

    En el transcurso de hacer esto el movimiento se abrió una Caja de Pandora de tensiones directamente relacionadas a la reestructuración económica brutal que México ha experimentado desde la ratificación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), que cuestionaba la validez del sistema política, la corrupción desenfrenada y el modelo económico actual. La lista de demandas creció hasta incluir una ampliación del presupuesto educativo, mejores servicios sociales y de salud, viviendas decentes, todo que se ubicaba la APPO en el blanco de no sólo el PRI, sino del mero neo-liberalismo. Organizativamente y políticamente el movimiento se evolucionó rápidamente a un amplio frente unido de varios sectores sociales, clases y organizaciones. Se movió de la protesta a la resistencia activa contra el sistema. Además, el movimiento encontró las maneras creativas para entablarse en la lucha, movilizar el apoyo, organizar su base y luchar para el poder en las calles.

    Al ver unos de estos movimientos populares de Izquierda unas cuestiones desalentadoras surgen. ¿Cómo se consigue el poder local cuando el poder de la clase dominante es tan concentrado al nivel internacional? ¿Cómo ganamos las concesiones de un estado que se encuentra con menos recursos y fondos? ¿Cómo formamos las organizaciones efectivas dentro de un ambiente de represión? ¿Cuáles serían las demandas que se puede lograr “ahora y aquí”, y será posible que el movimiento sobreviva la invasión y represión del estado?

    Los movimientos armados de liberación nacional de la “Nueva Izquierda”

    Una amplia gama de organizaciones con raíces en la “Nueva Izquierda” y los movimientos de liberación nacional del período después de la Segunda Guerra Mundial siguen desarrollándose, y en algunos casos están creciendo y floreciendo en el contexto de las realidades contemporáneas, y estos son de distintas tradiciones políticas, contextos e historias. Mientras que sus métodos varían, se comparten un análisis común arraigado en la intersección de la opresión nacional, cultural y de clase.

    En Latinoamérica la FARC y el ELN de Colombia son dos organizaciones que nacieron en esta era cuando se organizaba sobre los enlaces entre la liberación nacional y la lucha para el socialismo. La FARC (como otras de Latinoamérica) expone que el neo-liberalismo es sólo una fase del imperialismo y que la liberación nacional queda siendo una meta todavía no realizada. La FARC se ha dedicado a la lucha armada por más de 40 años creando un ejército permanente y controlando un enorme área de territorio colombiano. Sin embargo, la FARC parece estar en un empate estratégico que no tiene fin.[10]

    En el Medio Oriente, el Frente Popular para la Liberación de Palestina y el Partido de los Trabajadores Kurdos son ejemplos de movimientos que siguen apegados a una visión estratégica de incorpora el análisis marxista y programa para la liberación nacional, conectado a la lucha histórica más amplia para el socialismo. En Sur Asia varios movimientos armados inspirados por el maoísmo siguen ganando campo. Notablemente en Nepal, al armado Partido Comunista de Nepal (maoísta) jugó un papel vital en la derrota de la monarquía. La fuerza, vigor y la aparente flexibilidad de la insurgencia de Nepal ha sorprendido muchos en el occidente. Semejantemente, la insurgencia de India ha hecho lo mismo. Entre las noticias del crecimiento espectacular y un “arranque económico” la insurgencia destaca la pobreza aplastadora y el descontento en el subcontinente de la India.

    Una de las más importantes organizaciones de esta tradición política es el Partido Comunista de la Filipinas (PCP). El PCP ha emprendido una lucha armada a través de su frente militar, el Nuevo Ejército del Pueblo, por más de treinta años. El partido queda profundamente arraigado en el campo, en los movimientos urbanos populares, adentro de la lucha nacional y ha sido la fuerza principal dirigente en muchas luchas, grandes y chicas a los largo de los años. El partido se identifica como organización de cuadros marxista-leninista de la tradición del maoísmo. El PCP promueve la lucha armada y la toma de poder del estado dentro del contexto de una lucha nacional multi-clases contra el imperialismo. Esta lucha hace principal una política del frente unido que busca establecer la “nueva democracia” y la liberación nacional como pasos hacia el comunismo. El partido toma la perspectiva de largo plazo de este proceso y al parecer es capaz de mantener la lucha armada por décadas. Aunque sea remota la posibilidad de tomar el poder en el pronto futuro, ni las Fuerzas Armadas Filipinas ni el imperio yanqui han podido derrotar el PCP militarmente ni a aislarlo políticamente.

    El Partido Comunista de Sudáfrica
    El Partido Comunista de Sudáfrica (PCSA) sigue presentando un modelo dinámico e innovador para un partido de base popular con profundas raíces en los movimientos populares y con una capacidad probada de ganar las elecciones y participar en el gobierno. El partido era, y todavía es, parte de la alianza dominante “tri-partita” en Sudáfrica junto con el Congreso Nacional Africano (ANC) y la Confederación de Sindicatos Sudafricanos (COSATU). La PCSA fue una organización clandestina y era integral en la lucha contra el Apartheid. Durante ese período los/las miembros de la PCSA eran parte de el ANC y COSATU, pero el PCSA siempre mantenía su propia organización y llegó a ser una parte esencial del movimiento contra el Apartheid, aunque durante el período de Apartheid su membresía era relativamente pequeña.

    Dado a la realidad del régimen de Apartheid, no es sorprendente que el PCSA incorporó un análisis de raza y nación en sus perspectivas hace muchos años. Además, el partido operaba como parte del frente unido desde los años 40 y 50. Por eso y por otras razones el PCSA, aun perteneciendo al “esfero soviético”, tenía la capacidad de sostenerse aun cuando la caída de la URRS y muchos de los partidos pro-soviéticos. Esto se refleja en el interno debate abierto y riguroso que ha aparecido en el período de transición pos-Apartheid, proveyendo un modelo para la creación de una organización verdaderamente democrático además de ser unida e efectiva. Dos de las cuestiones más duras para el PCSA son el cómo alcanzar a la juventud de hoy y cómo cambiar la tendencia hacia la pérdida de miembros en la era pos-Apartheid.

    Como parte de la alianza tri-partita, el partido ha luchado con una amplia gama de cuestiones difíciles y condiciones inclusive la de la transición del Apartheid hacia la democracia constitucional, la realidad de la extrema segregación económica y desplazamiento, la crisis del SIDA, la lucha contra el racismo institucional, cómo desafiar el ANC sobre sus políticas económicas y del SIDA sin romper la alianza tri-partita, cómo forjar un nuevo modelo económico en medio de la devastación socio-económico causado por el Apartheid y la realidad de la globalización neo-liberal, y el tiempo que la alianza sigue siendo efectiva.

    La nueva Izquierda latinoamericano electoral

    Durante la última década una nueva izquierda, principalmente electoral, ha surgido en Latinoamérica. Este surgimiento electoral abarca varios movimientos diverso y organizaciones con historias y programas diversos, en todas las Américas. Durante este período unas cuantas organizaciones de Izquierda y centrista se han hecho los poderes mayores en las asambleas y en varios países han ganado la presidencia: Evo Morales del Movimiento al Socialismo en Bolivia, el independiente Rafael Correa de Ecuador, Daniela Ortega del FSLN de Nicaragua, Hugo Chávez de Venezuela, Néstor Kirchner y los Izquierdistas centrista peronistas en Argentina, y Michelle Bachelet del Partido Socialista de Chile. Cabe mencionar el PRD de México y la “derrota” de Andrés Manuel López Obrador en las últimas elecciones presidenciales.

    Uno de las más grandes y viejos partidos electorales de Izquierda es el Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fundado en 1982 y dirigido por Luís Inácio “Lula” da Silva. A lo largo de las últimas dos décadas el PT ha creado un partido electoral de masas con raíces profundas en la clase trabajadora urbana y rural además de los sectores medios progresistas. El partido creció lentamente y metódicamente, ganando campo poco a poco durante los 80 y 90. Primero el PT postuló candidatos locales y ganaron asambleas municipales. Luego sus candidatos estatales ganaron los cargos de gobernador. Finalmente, crearon un bloque legislativo y, en alianza con otras fuerzas políticas, ganaron la presidencia. Recientemente el PT ha sido examinado y criticado por una gama de fracasos percibidos, inclusive los escándalos por las finanzas de campañas políticas e investigaciones de corrupción en que unos asociados de Lula estaban involucrados. Ha habido también varias críticas sobre el programa económica y un cuestionamiento sobre la relación de Lula con EE.UU.

    Todos los movimientos mencionados arriba enfrentan una gama de cuestiones respecto al camino electoral hacia el poder. ¿Cómo se mueve una agenda dentro de un aparato de estado creado por un elite? ¿Puede servir tal estado para derrocar el orden económico existente? ¿Cómo se mueve de la reforma a la revolución dentro del contexto de las elecciones? ¿Cómo se derroca el estado en la ausencia de una organización política-militar capaz de emprenderlo, y cómo se puede vencer el sabotaje económico que seguramente seguirá después? ¿Cómo se moviliza una base de lucha mientras que gobernamos? ¿Cómo se vence la falta de la capacidad técnica, directiva y reguladora en muchas de las organizaciones radicales? ¿Y, cómo se evite una intervención imperialista?

    La Revolución Bolivariana en Venezuela

    El gobierno de Venezuela encabezado por Hugo Chávez ha generado enorme interés en todo el mundo y ha afectado la Izquierda de Latinoamérica radicalmente hasta otros países. Alimentado hasta cierto punto por la presencia del petróleo, la administración de Chávez se ha encontrado en una posición favorable para crear un modelo económico y político alternativo. Las inversiones sociales (educación, infraestructura, salud) son ahora principales en la agenda del gobierno, y la transferencia de gastos gubernamentales al nivel local ha rendido muchos resultados positivos. Además, las campañas de alfabetización y el énfasis en la prevención en un sistema de salud basado en las comunidades han realizado efectos dramáticos. Chávez ha hecho muchos para promover la auto-organización de las clases trabajadoras. Las medidas para la reforma agraria, tan limitadas que sean, y el cambio completo de las privatizaciones anteriores de las empresas del estado indica que el proceso esta avanzando hacia un nivel nuevo.

    Además, los intentos para crear un bloque de comercio alternativo a la FTAA (Área de Comercio Libre de las Américas) dirigida por EE.UU. han dejado Chávez en las líneas delanteras de la lucha contra la globalización neo-liberal. Su llamado explícito para un “Socialismo para el Siglo 21” y sus pasos hacia la creación de un partido unificado socialista presagia más para el futuro. Al parecer, Chávez esta comprometido a la revolución socialista, pero esta difícil averiguar el rumbo de su trayectoria política en este momento. Después de seis años en poder, la economía queda firmemente adentro del esfero capitalista, y de hecho la pobreza no se ha disminuido significativamente. Mientras que la base popular de Chávez ha crecido, de hecho su alianza política se ha reducido y algunos partidos han dejado la coalición dirigente.

    Por haber llegado al poder las vías electorales, el gobierno de Chávez y la Revolución Bolivariana comparten unos de los desafíos enfrentados por otros de los movimientos electorales de la Izquierda. Sin embargo, la aparente voluntad de Chávez de manejar la situación con mucha precaución y avanzar la lucha significa que en Venezuela muchas de estas cuestiones se agudizarán. La reciente decisión del Partido Comunista de Venezuela de no disolverse y unirse con un “partido unificado” significa un debate riguroso. Lo que empezó con una “revolución de arriba” debe hacerse una revolución popular avanzada por las masas si realmente pueda llegar a un nuevo nivel.

    La Crisis del Socialismo: Una Breve Historia


    Ya que hemos examinado algo de la presente situación del mundo, queremos tomar un paso atrás y ver el socialismo del siglo 20. Esto hacemos no sólo porque es importante ver y comprender el pasado sino porque muchas de las críticas, los fracasos y los éxitos de los proyectos socialistas han cambiado, desafiado y enriquecido la práctica y teoría del marxismo. Esta sección se enfocará en los dos mayores experimentos socialistas (la URRS y China) así que eran los modelos hegemónicos del socialismo en el siglo 20 e influían generaciones de revolucionarios/as. Veamos también la relación e intercambio entre el Marxismo y una gama amplia de los movimientos sociales y Cuba.

    Desde los primeros intentos de crear un proyecto socialista ha habido críticas desde adentro de la Izquierda socialista y desde afuera. Algunos de los problemas que surgían desde adentro del proyecto socialista incluían las revelaciones sobre Stalin en la URRS, las divisiones en el movimiento comunista internacional y el surgimiento de una nueva democracia social.[11] Desde afuera varias fuerzas criticaron, ampliaron y dieron forma a la teoría y práctica socialista, incluyendo los movimientos de liberación nacional, femenil, ambiental y LGBT.

    Antes te tocar en los problemas internos de los proyectos socialistas del Siglo 20, hagamos una mirada breve al aprieto que los/las socialistas revolucionarios/as enfrentaban en los estados industriales capitalistas en los años 20, específicamente: En un período no-revolucionario cuando las instituciones y la cultura del dominio democrático burgués había ganado la hegemonía—un concepto que exploraremos más profundamente en esta sección—¿cómo era posible que la lucha de clases—la lucha que, de hecho, era para una democracia coherente—sería perseguida de manera revolucionaria? ¿Cómo pudiera la clase trabajadora y la gente oprimida luchar y ganar su liberación? ¿Cómo pudiera prevalecer el socialismo?

    En los años 20 y 30 del siglos pasado el líder comunista italiano Antonio Gramsci respondió a estas cuestiones. El sugirió que, en los países capitalistas avanzados, un aspecto significante ayudó a explicar el predominio de la burguesía. El lo llamó “la hegemonía” y significaba la preponderancia ideológica del capitalismo como un sistema de pensamiento y práctica. Gramsci escribió sobre como la clase dominante crea el “sentido común” de una era específica, reformando la idea de Marx que las clases dirigentes establecen las ideas principales de un tal período. Adicionalmente, Gramsci llamaron a los/las marxistas a que prestaran la atención al segmento no-estado de la sociedad capitalista, o lo que el llamó la “sociedad civil” y sugería que la sociedad civil no era necesariamente un instrumento claro del estado capitalista.[12] En otras palabras, la lucha de clases se llevaría a cabo a dentro de la sociedad civil además de en contra de (y adentro) del mismo estado.

    Gramsci diferenciaba entre los dos diferentes períodos de resistencia que llaman para diferentes estrategias—uno que sería un período “guerra de maniobrar” cuando la lucha de clases toma un carácter dinámica. Esto se pudiera significar las clases luchando categóricamente para el poder del estado y el uso de la fuerza física directa y la confrontación. Gramsci consideraba el otro período como una “guerra de posición” cuando las clases no están en un período revolucionario y la lucha para la transformación social tiene el carácter prolongado, donde las luchas organizativas se emprenden para erosionar al dominio hegemónico de la clase dominante.

    Para Gramsci el partido revolucionario debía ser el medio para dirigir la lucha para el socialismo e integrar la lucha contra la hegemonía burguesa, incluyendo las luchas en las arenas cultural, educativa, económica y estatal con las luchas para el absoluto poder de estado. El partido también debe encabezar la formación de lo que Gramsci vio como un “bloque histórico” o alianza estratégica de las fuerzas claves cuyos intereses compartidos se quedan en la formación del proyecto socialista. En Italia de 1920 Gramsci vio necesaria una crítica alianza norte-sur para unir los/las trabajadores/as, sobre todo en el norte de Italia, con los/las campesinos/as oprimidos/as del sur de Italia para crear un frente revolucionario.

    Muchas de las ideas de Gramsci nos puede servir a nuestro análisis de los proyectos socialistas anteriores o de las condiciones actuales. Desafortunadamente, por sus actividades políticas Gramsci estaba preso una gran parte de su vida, y sus contribuciones fueron en gran parte ignoradas en el movimiento comunista hasta después de la muerte de Stalin en 1953.

    El Estalinismo y la Unión Soviética

    Después de la muerte de Stalin se hizo claro que el surgimiento revolucionario en los países capitalistas occidentales luego de la Revolución Bolchevique se acabó y se hizo aparente que el dominio burgués era más desarrollado y sofisticado de lo que se había previsto. El estalinismo agravó el problema con el siguiente:

    Los bárbaros crímenes cometidos contra el pueblo en nombre de reprimir a los contrarrevolucionarios.
    La supresión de la auto-determinación de las varias minorías nacionales dentro de la Unión Soviética, y la promoción del chovinismo ruso, a pesar de los esfuerzos iniciales contrarios.
    Un entendimiento y aplicación mecánico del marxismo llegando a la creencia que el socialismo fue inevitable y que todas las sociedades habían pasado por los mismos modos de la producción.
    Interpretando el socialismo como un modo de la producción en lugar de un fase de transición entre el capitalismo y el comunismo durante que la posibilidad de los cambios hacia atrás siempre son posibles, aun sin la intervención de las fuerzas exteriores o a través de la insurrección armada.
    Afirmando que la lucha de clases es siempre antagónica—aun bajo el socialismo—y así haciendo necesario las medidas represivas administrativas en su manejo. Irónicamente, esto se evolucionó a una perspectiva que minimizó la lucha de clases casi totalmente.
    Retirándose de ciertos de los avances tempranos de la Revolución Soviética en cuanto la emancipación de las mujeres y poniendo las perspectivas y prácticas machistas (por ejemplo, el aborto), y sobre todo un entendimiento incompleto sobre la complejidad del patriarcado y como se afecta las relaciones sociales.
    Abrazando las relaciones de producción capitalista en nombre del reforzamiento de las fuerzas de producción.
    Exigiendo el apoyo ciego para la URRS (por ejemplo, insistiendo que las/los comunistas en todo el mundo apoyaran al pacto de no-agresión entre Hitler y Stalin), incluyendo el retiro de apoyo para algunas luchas anti-imperialistas que les parecían dañinas para los intereses de la URRS (por ejemplo, Grecia después de la Segunda Guerra Mundial).

    Las revelaciones sobre Stalin y la calidad de vida en el Bloque Soviético lanzó olas enormes en todo el movimiento revolucionario internacionalmente, y esto encendió una cadena de divisiones y re-evaluaciones. Un juego de críticas se retiró de la revolución e iba hacia una teoría de la evolución del socialismo. Para las/los social-demócratas esto afirmó nuevamente que jamás hubiera intentado lograr el socialismo por medio del proceso revolucionario. Varios partidos comunistas de Europa Occidental aprovecharon elementos de Gramsci sobre al largo proceso de la lucha para el socialismo transformándolo de una teoría revolucionaria a una que se encajaba con la social-democracia. En términos prácticos esta tendencia, llamada “Euro-comunismo,” promovió su misión de crear las instituciones dentro de los países capitalistas; tirando la idea del cambio revolucionario a favor de un proceso “evolucionario”. En muchos casos esto significaba acuerdos con las políticas de sus propios países mientras ignorando el internacionalismo.

    Un sector significativo del movimiento comunista por todo el mundo (incluyendo la mayoría de la dirección de los Partidos Comunistas tradicionales desde Rusia a Alemania a EE.UU., India e Irak) vieron el proceso estalinista principalmente como el problema del individuo Stalin y su camarilla. Esto les llevó a evaluar la experiencia superficialmente en lugar de considerar la totalidad del período de 1924-1953 y las particularidades de la lucha de clases en la URRS. Estos partidos luego elaboraron una teoría que favoreció un retiro de la perspectiva revolucionaria a una de la “transición pacífica al socialismo” y la “coexistencia pacífica” con el capitalismo.[13]

    También habían críticas significativas del período de Stalin, y por implicación, el estalinismo de la “Izquierda.” Estos incluían anarquistas, trotskistas, y lo que se llamaban luego maoístas. Los anarquistas criticaban toda la revolución soviética desde el principio hasta el fin por la inhabilidad de pasar inmediatamente a un sistema descentralizado bajo el mando directo de las/los trabajadoras/es. Al mismo tiempo, ellos levantaban críticas importantes del Partido Comunista Soviética por haberse sustituido por las/los trabajadoras/es y por haber fallado en reconocer la importancia de la democracia. Las mujeres anarquistas y socialistas de todas tendencias criticaban el sistema soviético por haberse retrasado en su compromiso a los derechos de las mujeres y por haberse quedado contentos con una política superficial sobre la igualdad de género, es decir que las mujeres debían ser iguales a los hombres respecto a los salarios y que ellas podían trabajar en los empleos que tradicionalmente eran reservados para los hombres (por ejemplo, médicos). La crítica de los trotskistas se enfocaba principalmente en el período después de la pérdida de poder de León Trotsky[14] en del Partido Soviético. Sus críticas iban desde su perspectiva del estado soviético como un “estado proletario desformado” hasta los que lo veían como alguna forma del colectivismo burocrático, tecno-burocracia, o capitalismo de estado.

    El maoísmo

    Una de las críticas más influyentes de la Izquierda radicaba de los/las que se definían como maoístas. Irónicamente, aunque generalmente los/las maoístas mantenían el período de Stalin (y decían que en total era 70% positivo, 30% negativo), ellos/as elaboraron aspectos del marxismo revolucionario que diferían de manera fundamental del estalinismo. Los/las maoístas criticaban el socialismo soviético por haber puesto demasiado poder en las manos de la dirección del partido y poca confianza en la habilidad de la gente común y corriente (particularmente los/las campesinos/as) en el desarrollo de la teoría y un plan para dirigir la práctica. Además, ellos/as creían que el estalinismo enfatizaba el desarrollo de la industria pesada a costo de la industria ligera/las comodidades y la agricultura (el primer compromiso siendo lo de alimentar la gente), se enfocaba demasiado en la económica y poco en la política (la cuestión central de quien y como se dirige la sociedad), e identificando el socialismo únicamente con el desarrollo de las fuerzas productivas y no en la transformación de las relaciones sociales. Viendo a la experiencia soviética, el maoísmo concluía que la lucha de clases no se termina ni con la revolución ni el socialismo. Decían que, dado al poder de la ideología burgués, la lucha debía seguir. En ausencia de un esfuerzo conciente, la dirección del partido divorciada de la base se podría osificar hasta hacer una interesada camarilla burocrática que luego pudiera transformarse a una clase capitalista de estado. Estos elementos formaron la base teórica de la “Revolución Cultural Proletaria.” Eventualmente, el maoísmo se separó de la Unión Soviética (y sus aliados) y llamó a los/las oprimidos/as del mundo a oponer a EE.UU. y la URRS. Es desde adentro del ámbito del maoísmo que se radican muchos/as del Camino para la Libertad.

    Sin embargo, el maoísmo no pudo quitarse de algunas de las restricciones significativas que existían dentro del Marxismo-Leninismo. Aunque Mao sugirió durante la Revolución Cultural que pudiera ser necesario crear formas de organización alternativas para poder garantizar que el partido comunista no se degenerara, hubo una renuencia fundamental a creer que otros partidos—aun si fueran pro-socialista—tuvieran un papel en la formación de la nueva sociedad.

    Segundo, mientras que el maoísmo decía mucho respecto a la “cuestión de las nacionalidades”, o sea, la cuestión de la opresión de las naciones por los imperialistas u otras naciones más grandes, generalmente falló en conectar este análisis a la cuestión de una conciencia más allá sobre la democracia y lo que significaba la auto-determinación bajo el socialismo. Los/las maoístas decían mucho sobre el manejo de la cuestión de las nacionalidades en la Unión Soviética pero de hecho no miraban a las implicaciones para China y los pueblos adentro de sus propias fronteras. Se suponía, por supuesto, que el socialismo resolvía automáticamente la cuestión de las nacionalidades e ignoraba la continuidad de la lucha de clases y la lucha para la democracia revolucionaria que había sucedido para la gente históricamente oprimida bajo el socialismo.

    Adicionalmente, el maoísmo decía poco respecto a los asuntos del control indirecto (la hegemonía) que Gramsci había mencionado sobre la lucha para el poder en los estados desarrollados capitalistas. Finalmente, la Revolución China liberó las mujeres de unas de las prácticas más odiadas bajo el patriarcado (por ejemplo, la práctica de amarrar sus pies) pero falló en luchar más profundamente contra algunas formas en que el patriarcado determina los valores y las prácticas en la sociedad. La muerte de Mao en 1976 señaló el descenso del maoísmo, aunque ha sido mantenido de una manera u otra por varias fuerzas y ha sido un punto de arranque para un nuevo pensamiento revolucionario.

    Hay mucho que se puede aprender de la teoría y práctica en la reconstrucción de la sociedad en China bajo el socialismo: la idea que ningún país socialista tenía el derecho por si mismo a mandar a otros y, más generalmente, la idea de no meterse en los asuntos internos de otros países; las lecciones de la Revolución Cultural cuyo propósito era de movilizar las masas a avanzar la lucha para el socialismo y superar las tradiciones feudales y capitalistas que en verdad salió como un fracaso; el desarrollo económico; el comprender la importancia del sector rural; promoviendo la necesidad de un proceso revolucionario continuo; proveyendo una salida de la pobreza y el analfabetismo para la gente; la introducción de programas de salud para las masas. Sin embargo, en fin de cuentas se ve que el maoísmo fue derrotado. Los errores, sobre todo los errores de la Izquierda (más notablemente los excesos de la Revolución Cultural) han abierto el camino para el regreso de la ideología burgués y el capitalismo adentro del Partido Comunista de China.

    Las interacciones entre el marxismo y los movimientos sociales

    La crisis del socialismo y los nuevos movimientos sociales y revolucionarios presentaron un nuevo modo de pensar en varios ámbitos. El feminismo revolucionario surgió como una crítica del economismo y el patriarcado de mucho del marxismo tradicional. Criticaba el marxismo tradicional y las sociedades existentes por haber fallado de comprender completamente el desafío de las relaciones de género y el machismo y sus interrelaciones con clase (y raza y nacionalidad). Este movimiento tenía sus raíces en la parte temprana del siglo pasado, en los esfuerzos de compañeras/os como Clara Zetkin y otras/os para desarrollar lo que algunas/os ahora llamamos una perspectiva feminista socialista. Los experimentos en el período temprano de la Unión Soviética, desde el desafiar las relaciones tradicionales hasta la igualdad completa en los empleos, abrió un nuevo campo de posibilidades, aunque mucho de esto fue descarrillado durante el período de Stalin. Varios de los movimientos socialistas experimentaron luchas sobre el papel de las mujeres y desafiaron varias de las creencias y prácticas machistas. Sin embargo, sólo muy ocasionalmente fue reconocida como factor político crítico el movimiento femenil.

    Con el ascenso de lo que algunas/os han nombrado el “feminismo de segunda ola”, durante los años 1950 hasta los temprano 1960 surgió un nuevo desafío al patriarcado. Elementos de este movimiento en EE.UU., unos que surgieron de los movimientos pro-libertad de la gente de color, otros de movimiento anti-guerra, iniciaron una crítica más radical de los movimientos existentes, además de una crítica del machismo y el heterosexismo. El “feminismo radical” y otras tendencias también aparecieron. Hasta cierto punto todas tendencias desafiaron el determinismo económico del marxismo tradicional. De todas formas, las/los que no hallaron un nivel de inspiración ideológica del marxismo tendían de separar las cuestiones de género de raza y clase y divorciaron las relaciones sociales del sistema económico y político más grande — el capitalismo.

    Se proliferaban las críticas de la experiencia socialista respecto a la cuestión de las nacionalidades. La experiencia de Yugoslavia, tanto con la experiencia soviética, demostraba que las tendencias nacionales y el chovinismo pudiera ser controlada—temporalmente—por medios represivos, pero que el proceso de erradicar las fuentes de tales tensiones era una tarea que duraría por décadas y no pudiera ser resuelto solamente por la supresión de los derechos.

    Los debates que se realizaban después de la Revolución Rusa señalaban cuestiones significativas sobre el como se debería entender la cuestión nacional. Como notado anteriormente, Lenin, y después Mao, enfatizaban el significado estratégico de los movimientos de las nacionalidades oprimidas como fuerzas revolucionarias independientes en la lucha contra el imperialismo. Sin embargo, los debates dentro del Partido Comunista llegaron más allá y examinaron las cuestiones sobre la trayectoria de los pueblos colonizados y semi-colonizados. ¿En particular, después de haber quitado a los imperialistas hubiera sido posible para estos movimientos de la gente colonizada a brincar directamente hacia el socialismo o seguir un camino capitalista de desarrollo? Líderes como Mao, Ho Chi Minh y otros decían que si la clase trabajadora y las/los campesinas/os dirigieran una revolución nacional multi-clase, o “una revolución nacional democrática”, así se pudiera llegar al socialismo. Este concepto es incorporado en las discusiones de Mao sobre el frente unido. Durante el período del colonialismo formal y el neo-colonialismo varias cuestiones fueron propuestas sobre dado la naturaleza del capitalismo que tan multi-clase pudiera ser tal movimiento. En otras palabras, si era factible que se movilizara tal movimiento en los países coloniales y semi-coloniales como parte de un frente unido amplio contra la burguesía.

    Los cambios en la economía y la tecnología también afectaban la crisis del socialismo. La Unión Soviética, además de otros países auto-nombrados socialista, intentaban competir económicamente con los países occidentales. Sin embargo, hubo un conflicto de los sistemas de valores inherentes en estos caminos distintos. La presión del consumismo occidental fue difícil, particularmente cuando la URRS enfatizaba la industria pesada y reservaba ciertos artículos mercantiles sólo para el sector militar de alto nivel y trabajadoras/es y oficiales y burócratas del partido (nomenklatura). Adicionalmente, la URRS era menos capaz de ajustarse a la revolución científica-tecnológica en la electrónica. El modelo organizativo soviético (aplicado en todos esferos de la vida desde la política hasta económica) era demasiado vertical, fue manejado desde arriba y faltaba las ideas y control desde abajo. Todo esto frenaba el sistema seriamente en maneras muy fundamentales.

    En total, mientras que surgían críticas importantes sobre las sociedades socialistas existentes, generalmente no se formaron como una nueva teoría de lucha revolucionaria.

    La teoría más coherente que surgió fue el pos-modernismo que apareció en Europa después de la Segunda Guerra y destacaba el fracaso de los proyectos socialistas del Siglo 20 y las secuelas horrorosas de la guerra. En muchas maneras el pos-modernismo es una forma del nihilismo moderno y promueve la idea que no existe la realidad objetiva afuera de las experiencias sujetivas de cada quien; pues el mundo consiste en nada más ni menos que gentes contando sus historias (“discursos”). Muchos de los posmodernistas niegan la existencia de las teorías generalizadas — que sean políticas, religiosas o científicas — que intentan explicar el mundo o proveer un marco común para el análisis. El enfoque posmodernista de la experiencia individual también refleja la inhabilidad de los proyectos marxistas a comprender y luchar efectivamente para la liberación nacional, la liberación de género y para la liberación sexual.


    El colapso de una teoría generalizada tendía de promover las luchas sectarias. Las luchas étnicas reemplazaron las luchas de liberación nacional en mucho de África, Asia y Europa Oriental. La propuesta de la nación-estado como estado étnico llegó a ser vinculada con formas de la limpieza étnica, siendo en o el ex-Yugoslavia o en Ruanda. Las corrientes religiosas derechista llegaron a ser voceros para diferentes sectores de la población, y frecuentemente promovían perspectivas basadas en la metodología del pasado (por ejemplo, la manera en que los islamistas conservadores promueven una historia de Islam que es represiva y falsa.


    Fidel Castro y el Modelo Cubano


    Otras tendencias aparecieron a dentro de y acerca del marxismo en respuesta al estancamiento del socialismo estilo soviético y la creciente crisis del socialismo. Una de estas tendencias fue llamada “castrismo” o el “Modelo Revolucionario Cubano”. Este modelo se enfocaba en la unificación de las estructuras políticas y militares y el uso de lo que llegó a ser llamado la “propaganda armada.” Las/los cubanas/os rechazaban la política de otros partidos latinoamericanos por no ser dispuestos a comprometerse a la lucha armada y vieron el conflicto armado como catalizador para la acción más amplia.


    El modelo de Castro llamó la atención de muchas/os en Latinoamérica, África y en algunas partes del Medio Oriente. Además, este modelo criticaba fuertemente el modelo del socialismo soviético. Sin embargo, a lo contrario de la crítica maoísta, las/los cubanas/os se enfocaban más en la falta de apoyo coherente de los soviéticos para los movimientos y en el estancamiento económico interno. Respecto a lo posterior, las/los cubanas/os criticaban la sobre-dependencia en las incentivas materiales que la URRS fomentaba en lugar de animar la gente en la lucha para reforzar al socialismo.


    Había también un tanto de idealismo dentro del marco de castrismo. Las/los castristas tendían de promover la fuerza de la voluntad en lugar de analizar apropiadamente y responder a las condiciones concretas, especialmente afuera de Cuba. El intento del Che de fomentar la revolución en la selva de Bolivia ilustra este idealismo, y esto se veía también en la Revolución China. En ambos casos, este idealismo representaba un intento de ir más allá del determinismo y aletargamiento tan aparente en el modelo soviético. Después de la caída de la URRS, Cuba entró en un “Período Especial” y desde entonces ha enfrentado varios desafíos formidables, incluyendo el embargo impuesto por EE.UU.


    La caída de la URRS causó una oleada de efectos en los partidos socialista y comunista en todo el mundo, levantando la crisis del socialismo hasta nuevos niveles. Desesperadas, muchas fuerzas revolucionarias concluyeron que el socialismo era una utopía hasta que jamás se pudiera llegar. Entonces, la tarea principal de la Izquierda se hizo la de crear las mejores condiciones posibles para las/los oprimidas/os bajo el capitalismo. La lucha para la revolución y la liberación fue dejada para un futuro mucho más allá.

    La Izquierda Dispersa en EE.UU.

    La crisis de las organizaciones de la Izquierda, sus programas y teoría ha afectado a la Izquierda de EE.UU. además de la Izquierda internacionalmente. El neo-liberalismo, como discutido anteriormente, ha agravado el problema. La Izquierda de EE.UU. no está consolidada sobre el socialismo y generalmente no ha podido desarrollar un marco para el trabajo en proyectos comunes ni para una visión compartida. Hasta cierto punto, los esfuerzos de los años 70 para consolidar formaciones de una Nueva Izquierda se desmoronaron. Aunque sí hubo diferentes particularidades de cada experiencia[15] habían ciertos aspectos que la mayoría de estos esfuerzos tenían en común:


    Una minimización incoherente, y en algunos casos, una perspectiva totalmente incorrecta sobre la cuestión de raza y la opresión nacional en EE.UU.
    Un entendimiento mecánica y superficial sobre el machismo y las cuestiones sobre las relaciones de género
    Una sobreestimación del potencial para la lucha revolucionaria durante los años 70 (y para algunos grupos, por cada año desde entonces); también un fracaso correspondiente a comprender las complejidades de la Derecha política[16]
    Una falta de comprensión sobre la naturaleza del estado político de EE.UU. y los tipos de organizaciones de la Izquierda que eran necesarias para promover una lucha que resultaría en la revolución
    Un fracaso en el intento de integrar una perspectiva internacionalista en el trabajo continuo de los trabajos respectivos
    El sectarismo y el fraccionalismo
    Un fenómeno que Max Elbaum llamó la “miniaturización del partido”: la tendencia de cada organización pequeña de manifestar la características y funciones de un partido revolucionario de las/los oprimidas/os (como la publicación de un periódico) aun cuando la base y los recursos del grupo estaban deficientes

    Un factor que no se puede ignorar y que sigue manifiestándose en diferentes formas en la actualidad es la represión del estado que agrava la crisis del socialismo en EE.UU. Los proyectos como el notorio programa del FBI Programa de Contra-Inteligencia (COINTELPRO) destruyó un sin-fin de organizaciones e individuos negros y desbarataba los esfuerzos para realizar la unidad entre varias de las tendencias de la Izquierda. La Izquierda afro-americana probablemente sufrió más por ese programa represivo, aunque otros de los movimientos como los de las/los puertorriqueñas/os y americanas/os nativas/os en muchos casos fueron sujetos a la represión de estado más dramática que en muchos casos no fue reportada en la prensa oficial de EE.UU.


    Mientras que ha habido desarrollos importantes el nivel de las masas, la Izquierda en EE.UU. sí ha realizado unos éxitos, aunque una variedad de grupos y colectivos han dejado la lucha. En la ausencia del apoyo de un grupo, pocas/os revolucionarias/os han podido aguantar los fuertes jalones de la hegemonía burguesa. Muchas/os se han metido en el reformismo o el Partido Demócrata, o se han metido en el mundo de los ONG o en el sindicalismo que no representa ninguna amenaza fundamental al capitalismo. Para evitar la caída en el olvido, muchas de las organizaciones socialistas existentes se han quedado adentro de sus propias “zonas cómodas” (lo que Mao llamaba “la mentalidad de la bastión de la montaña”, generalmente representada por la idea de “más chica, mejor”, y han minimizado la importancia del desarrollo de las nuevas teorías y prácticas revolucionarias. De todas formas, estas formaciones organizativas generalmente no son apropiadas para enfrentar la cuestiones teóricas y prácticas relacionadas al desarrollo de un movimiento revolucionario. Por lo tanto, nosotras/os como individuos somos menos que la suma de las partes precisamente en el momento que una Izquierda socialista con una visión es tan necesaria.


    Se han aparecido varios esfuerzos dentro de la Izquierda socialista en cuanto la promoción de la unidad o reagrupamiento.[17] Aunque estos esfuerzos han sido serios, se han encontrado varios problemas. Cabe mencionar que estos mismos problemas son plagas en los movimientos sociales. Estos problemas incluyen:


    La falta de confianza entre las organizaciones
    La falta de recursos entre las organizaciones chicas
    La mentalidad de la “bastión de la montaña” y ubicación en la zona cómoda
    La falta de atención a la creación y promoción de la teoría revolucionaria[18]
    La inhabilidad de romperse del pragmatismo que tiene gente caminando con sus ojos fijados en el suelo
    La completa infección del individualismo burgués en la forma del “revolucionario charro”, es decir, la tendencia real de formar nuevas organizaciones de un momento a otro

    A esta lista se debe de agregar un factor que se menciona raramente: la falta de un sentido de lo que se necesita para crear un movimiento que pueda enfrentar el poder en EE.UU. Específicamente, la falta de apreciar la magnitud de organización que se necesita, y por lo tanto, los pasos necesarios para crear tal organización. Por eso, independientemente de la intención o la retórica, la mayoría de la Izquierda es ahora contenta en hacer movimientos de resistencia pero no está preparada para contemplar los pasos necesarios para crear una organización capaz de formar una estrategia ofensiva.

    ¿Por qué un partido?

    Las cuestiones de organización de la Izquierda se tratan fundamentalmente de un análisis del período, el estado y la naturaleza de la lucha para la transformación. Como presentamos anteriormente, el Estado no es una zona neutral donde quien sea tenga el espacio libre para jugar. El Estado refleja y avanza los intereses y las necesidades de la clase (o clases) en poder, y aquí hemos notado sus funciones represivas, algunas siendo más obvias que otras.


    Algunas/os revolucionarias/os, en reacción a las repercusiones corrosivas de los experimentos socialistas de siglo 20 creen que la toma del poder no tiene sentido y que está mal. Los enormes errores y debilidades teóricas y prácticas infectaron muchos de los intentos socialistas del siglo pasado. De esta análisis sale la creencia que la Izquierda debe dirigir la resistencia contra la globalización neo-liberal y obligar el capital a ceder ciertas concesiones. En algún tiempo las masas de la gente oprimida concluirán que el capitalismo debe ser trascendido y ellas/os tomarán la acción en sus propias manos.


    Desafortunadamente, esta idea no tiene una base en la historia. Para trascender cualquier sistema social siempre ha significado una combinación conciente de la educación basada en las masas (la educación realizada a través de la práctica de la lucha además del análisis de la misma), una organización de un sector de las masas, y la dirección (generalmente en la forma de una organización o partido político).


    La ausencia de organización efectivamente condena las/los oprimidas/os a las continuas batallas de resistencia. Aun cuando son ganadas tales batallas, siempre existe el peligro que las victorias duren poco y que las/los oprimidas/os se cansan y se desesperan. Ejemplos de las batallas defensivas y las victorias efímeras: el reciente surgimiento pro-derechos de las/los inmigrantes, las batallas en contra de las repetidas iniciativas políticas racistas contra las/los inmigrantes, las victorias organizando para los sindicatos en empresas que luego se huyeron para el extranjero, las batallas anti-“burguesamiento” en las comunidades urbanas. Etc, etc.


    Un partido revolucionario sería un vehículo para la creación de una organización conciente, la educación de amplio alcance y la dirección efectiva de la clase trabajadora y la gente oprimida. Sin organización, nuestras ideas políticas se quedan como sueños no-realizados. ¿Por qué la necesidad para la organización revolucionaria? Veamos:


    La lucha para la reforma estructural y la democracia coherente, mientras siendo un aspecto del papel de la Izquierda, no es suficiente. Luchemos para trasformar la sociedad y a trabajar con otras/os para transformar el planeta.

    Existe una necesidad desesperada para una nueva y una explicación y práctica que va más allá de cualquier sector en particular pero que habla a y con los varios sectores que están en lucha con el capital, y proveyéndoles con un sentido general de las interconexiones.

    Hay una necesidad para una organización política que tiene miembros involucradas/os en varias luchas y que estén conectando las luchas para las reformas a la lucha para la transformación. Un partido se enfoca a consolidar las campañas desarrolladas que sirven para educar además de cambiar las condiciones de la gente. Por ejemplo, un partido para el socialismo podría ser involucrado directamente en las luchas adentro del movimiento sindicalista para un nuevo sindicalismo. Tal partido podría organizar las/los desempleadas/os para exigir más empleos, y también para crear cooperativas que pueden promover la auto-suficiencia que en si proveen la sobre-vivencia y auto-organización de las/los oprimidas/os.

    Un partido para el socialismo podría fomentar una política internacionalista, educando a la gente de EE.UU. sobre las luchas globales contra el imperialismo, y luchando dentro de EE.UU. para acabar a las políticas imperialistas y acciones del gobierno americano. Por ejemplo, las batallas en los años 80 contra el Apartheid en Sudáfrica y contra la intervención de EE.UU. en Centroamérica proveyó el apoyo real para las fuerzas luchando en esos países.

    Un partido para el socialismo debe ser un partido que lucha contra el patriarcado y para la emancipación de las mujeres. El movimiento femenil burgués no sólo ha ganado la hegemonía dentro del movimiento más amplio, sino que ahora hay nuevos ataques de la Derecha que deben ser superados. Un partido para el socialismo debe ubicarse en la intersección de las opresiones (raza, clase, género, identidad sexual y el derecho de escoger) y enfrentar las contradicciones internas y como estas interacciones impactan el camino hacia la emancipación socialista.[19]

    Un partido para el socialismo es esencial para poder perseguir las luchas contra el racismo (supremacía blanca) y la opresión nacional. Lo central a cualquier estrategia para el cambio fundamental en EE.UU. debe ser el entendimiento de la naturaleza del capitalismo machista racializado. Por siglos, jugando con ‘raza’ efectivamente ha mantenido la gente de color como subordinada y la clase trabajadora dividida. Cada intento por parte de las/los activistas blancas de evitar esta cuestión se les ha producido fracasos. El socialismo no puede llegar a EE.UU. principalmente en la piel blanca; debe representar el espectro del arco iris y ser desarrollado en gran parte por y dirigido por la gente históricamente oprimida. Esto significa apoyar a las luchas para la auto-determinación para la tierra, el poder político y la justicia económica con los pueblos afro-americano, chicano, árabe, puertorriqueño, ha’waiano, y nativo americano. Significa luchando para los derechos democráticos amplios de tales pueblos que han sido desarraigados de sus tierras y por quienes la democracia no ha existido. Un partido para el socialismo debe ser un partido de color.

    Ahora queremos presentar una cuestiones de que nosotras/os no necesariamente tenemos las respuestas pero que sí consideramos críticas para la discusión entre las/los auto-identificadas/os socialistas, Izquierdistas, y toda gente interesada en el cambio revolucionario. Estas son algunas de las meras cuestiones que creemos deben ser discutidas colectivamente y ampliamente.


    ¿Cómo se parecen las relaciones sanas y responsables entre los movimientos sociales y populares y la Izquierda organizada—que sean partidos o colectivos pequeñas? ¿Cómo deberíamos considerar nuevamente la relación entre el partido y las organizaciones de trabajadoras/es, vecinas/os etcétera, incluyendo la relación entre los partidos y la acción espontánea?

    ¿Cómo aseguramos que los modelos de organización y/o partidos que creamos y desarrollamos no se recaen en el terror, la burocracia y el capitalismo de Estado (siendo o el poder del estado o el poder adentro del movimiento de las masas)?

    ¿Cómo puede que la lucha para la liberación de género, queer y sexual construya un partido de tipo nuevo y nueva Izquierda?

    ¿Cuál es el papel de la cultura en un partido(s) y cómo creamos una cultura anti-hegemónica en los movimientos políticos de hoy?

    ¿Será preparado un partido de nuevo tipo a aceptar la dirección de los movimientos de las/los trabajadoras/es, las mujeres y las nacionalidades oprimidas? ¿Cómo será respetada la teoría y práctica desarrollada en esos movimientos por las organizaciones y los movimientos de la Izquierda?

    ¿Qué es un partido?


    Dado a la naturaleza del estado capitalista además de la necesidad de formar un proyecto que lucha para el poder, inevitablemente nos confrontan las cuestiones de organización política. Sin embargo, no hay organizaciones perfectas ni hay organizaciones que sirve para todas las necesidades. Para explicar mejor el concepto de un partido, es conveniente verlo en contraste de otras formas de organización.


    En el contexto de EE.UU. hay una doble naturaleza en la lucha para el poder político. Hay una lucha inmediata para el poder político dentro del marco del capitalismo democrático.[20] Este marco se puede definir hasta cierto punto así a pesar de su historia de privar el derecho para la representación de la gente de color y de su tendencia hacia el dominio autoritario de la globalización neo-liberal. En una situación no-revolucionaria en que las masas tienen la confianza en el sistema (o que esperan tener esta confianza) a la Izquierda no le conviene quedarse sólo criticando el sistema. Aprovechando los derechos que supuestamente existen en la república constitucional, la Izquierda en alianza con otras de las fuerzas progresistas debe organizar una campaña de largo plazo para el poder político. Tal campaña combinaría los medios electorales y no-electorales de lucha. Trabajando dentro de este contexto significa creando una amplia formación Izquierdista/progresista capaz de funcionar abiertamente mientras fusionando los objetivos claves de los movimientos sociales progresistas en su programa. Su meta es la ampliación de la democracia y la institución de las reformas estructurales desde a dentro de los parámetros del sistema capitalista, forzando el sistema a sus límites.


    Sin embargo, esto no es igual que logrando el poder del estado. Ganar el poder del Estado simboliza el proceso de alterar las relaciones de poder de manera fundamental. La transformación real y la liberación debe significar reemplazando el Estado capitalista existente. Esto es parte de la lucha de largo plazo para el poder. Esta es una lucha que debe ser dirigida por un partido o partidos (por ejemplo, en un frente revolucionario), pero la lucha más amplia para el socialismo no se debe dejar para las acciones de sólo un partido sino que debe de involucrar la gente como agentes de su propia emancipación.


    Un partido para el socialismo tiene otras tareas que difieren de las de una formación Izquierdista/progresista. La teórica latinoamericana Marta Harnecker habla de un nuevo partido para el socialismo como representando la unidad de la Izquierda organizada y los movimientos sociales de la Izquierda. Este concepto es bastante importante respecto al modo que consideramos la Refundación de la Izquierda. La “Izquierda organizada” se refiere a las formaciones políticas existentes y agrupamientos de la auto-definida Izquierda. Las “Izquierdas de los movimientos sociales” se refiere a los alas de Izquierda de los movimientos sociales progresistas, por ejemplo los alas de Izquierda del movimiento para la justicia global y los movimientos pro-ambiente, femenil, y nacionales. La formación de un partido para el socialismo necesita la fusión de ambas Izquierdas en un esfuerzo para desarrollar lo que Gramsci llamó un “bloque histórico” o lo que llamaríamos nosotras/os un bloque político estratégico.[21]


    El partido para el socialismo debe estar firmemente arraigado en la clase trabajadora y otros estratos de las/los oprimidas/os. Puede que esto sea manera torpe de decir que no es suficiente crear un partido para el socialismo que tiene una base amplia dentro de la clase trabajadora si tal partido no esta conectado directamente ligado a los varios movimientos sociales comprometidos a la lucha contra el capital. Decimos “fusión” porque la Izquierda organizada necesita arraigarse a dentro de los movimientos de las masas a base de los principios del respeto mutuo e interés en aprender en lugar de buscando explotar esos movimientos.

    Unas lecciones de la historia

    Es conveniente repasar brevemente (¡así que una explicación completa significaría un libro aparte!) algunas de las lecciones más críticas que uno puede sacar de las varias experiencias revolucionarias de la Izquierda del Siglo 20 cuando contemplando la tarea de la creación de un partido para el socialismo. Estos incluyen:


    Hay que dedicarnos al resumen crítico. Mientras que el marxismo sirve como guía para la teoría y práctica, no provee la respuesta a cada cuestión que enfrenta la humanidad. El marxismo, por ejemplo, no tiene una teoría sobre la personalidad de las personas, ni intentaba hacerla. Sin embargo, el
    materialismo dialéctico e histórico[22] nos da los medios para identificar y responder a muchas de las cuestiones complicadas que enfrentan los movimientos sociales. El materialismo histórico sirve como una ciencia social que, tanto como otras de las ciencias, no provee las soluciones ya hechas sino que ofrece los medios para luchar con las cuestiones. A lo largo del tiempo la práctica y el resumen crítico establece la fundación para las conclusiones. Los partidos que se creen omnipotentes y omniscientes son partido que están en el camino para la auto-destrucción.


    La democracia sirve como meta y práctica. La democracia no es una abstracción; debe ser integrada en el proceso de la lucha revolucionaria. En las páginas anteriores hablamos de unos desarrollos emocionantes en esta área. Nos recuerda que la democracia no es algo que se puede dejar para un futuro distante, sino que se la debe demostrar en la práctica en la actualidad. La franqueza de un partido a la crítica y auto-crítica y la responsabilidad en todos niveles (frecuentemente llamado el “centralismo democrático” es esencial para guardarnos del cultismo y el estancamiento. La democracia debe ser integrada en la práctica revolucionaria desde un principio.

    No hay necesariamente sola una organización para cada clase. El marxismo-leninismo ortodoxo ha postulado que es solamente el interés de solo una clase dentro de la clase trabajadora, y por eso debe haber un solo partido. Esta formulación es problemática e idealista. El capitalismo (particularmente la globalización neo-liberal) se reforma constantemente las realidades materiales que la gente trabajadora enfrenta en todo el mundo, y por su parte la clase trabajadora se reforma continuamente también. Esto significa que hay contradicciones dentro de las clases sociales que cambian continuamente, y todas estas no se resuelven de la misma manera. Mientras que el partido para el socialismo debe ser firmemente arraigado adentro de la clase trabajadora, no se debe considerar la única voz para esa clase. Puede que hayan distintos partidos que apoyan al socialismo y que estén en contención; puede que haya frentes unidos o que hay solo un partido de este tipo. Y por eso la forma de un partido revolucionario es jamás predeterminada; la forma cambia según las condiciones cambiantes. Por lo que sea la forma, debe haber espacio para la creación de nuevas formaciones, particularmente bajo el socialismo, que desafían la burocratización del partido y cualquier tendencia hacia el desarrollo de nuevas clases opresoras. Y por eso, además del potencial para otros partidos, las organizaciones independientes comunitarias y los movimientos sociales son esenciales para la vitalidad del proyecto socialista.

    La necesidad constante para revolucionar las organizaciones. Esta necesidad existe independientemente del período en que estemos. Esto incluye el desarrollo de líderes (dando énfasis a las mujeres de color de clase trabajadora y creando los modelos de organizativos en que ellas se sienten confortables a dirigir como mujeres); el desarrollo personal de los individuos; la creación de nuevas relaciones sociales que liberen a los individuos (y ayudan a curar las/los traumatizadas/os por el capitalismo); la clase y líderes; la lucha contra el burocratismo; y la lucha contra el racismo/chovinismo, sexismo[23], el binario de género, héterosexismo, y privilegio de clase. Estas luchas nunca ganan completamente, por lo menos hasta un futuro distante. Hay pasos estructurales que pueden ser presentados, o por lo menos considerados, como los límites de mandato de líderes (como la rotación de líderes durante un plazo razonable); el uso de las comisiones con constituyentes específicos para desarrollar la teoría además de servir como defensoras/es de estos asuntos para las/los constituyentes; el debate interno amplio (suponiendo que las condiciones existen para que esto pueda ser realizado en lugar de bajo las condiciones de la represión severa), incluyendo el uso de los mecanismos de la discusión interna; porcentajes de los grupos tradicionalmente excluidos en ciertos cuerpos y comisiones; y la educación continua sobre los asuntos.

    La creación y defensa de la teoría es esencial. La creación y promoción de la teoría revolucionaria es central para la existencia de la Izquierda revolucionaria y organización revolucionaria. Cuando se estanca la teoría, la estrategia falla. La teoría debe ser evaluada a base de las experiencias actuales— no sólo por las experiencias de una sola organización, sino por varias organizaciones durante un período. La creación de la teoría es más que solo leer lo que otras/os han escrito traduciéndola a las condiciones en EE.UU. Significa que la Izquierda socialista debe encargar sus propias/os teóricas/os a desarrollar la teoría pertinente a EE.UU. y el mundo. Esto significa, entre otras cosas, que debe haber espacio para las diferencias de opinión hasta la herejía.

    Es importante reconocer otras corrientes revolucionarias aun cuando sean de otra tradición política/ideológica. Esto es relacionado pero no es idéntico al punto anterior sobre el socialismo multi-partidista. La Izquierda, particularmente la Izquierda comunista, con frecuencia ha considerado la legitimidad solamente desde su propia tradición revolucionaria. En EE.UU. por ejemplo, muchas/os Izquierdistas han beneficiado de las varias formas de privilegio—blanco, masculino, héterosexista—y han visto la Izquierda principalmente como se refleja a si mismo y han ignorado otras tradiciones radicales, especialmente las de los movimientos de gente de color. Hasta cierto punto, esta ceguera/rechazo contribuía a la subida de las “políticas de identidad” en que los movimientos distintos no solo buscaban la legitimidad, sino se que se desconectaban estas corrientes de otros movimientos sociales.

    Los frentes revolucionarios pueden ser un vehículo para perseguir la lucha para el socialismo, o pueden ser de transición. Las experiencias en Latinoamérica, particularmente con el frente Farabundo Marti para la Liberación Nacional de El Salvador (FMLN) y el Frente Sandinista para la Liberación Nacional de Nicaragua (FSLN) ofrecieron un enfoque particularmente interesante sobre la promoción de la unidad entre las tendencias políticas que estaban en diferentes momentos matando una al otra. En ambos casos, estos frentes se cambiaron de frentes a partidos políticos. Puede que esto sea un enfoque para contemplar para nuestra situación en EE.UU.

    ¿Entonces, pa’ donde vamos?


    La idea de la Refundación de la Izquierda lleva consigo la necesidad de pensar aun más profundamente sobre la estrategia para crear un partido. Abajo se alista unas ideas y propuestas:


    A pesar de la absoluta necesidad para un partido socialista, a menos que nos encontramos en raras circunstancias favorables, todavía estamos lejos de un partido genuino. Y aquí genuino significa un partido de miles de miembros, y un corazón comprometido (el “elemento coherente” como lo llamaba Gramsci). En fin de cuentas hay que pensar en términos de un partido de cientos de miles de miembros.

    Esto significa, entre otras cosas, que tales fuerzas comprometidas a la formación de un partido deben tener sus propias raíces en los movimientos sociales y luchas progresistas. Pero no significa que cualquier organización o formación antes del partido puede o debe suponer que se puede integrar en todos de tales movimientos y luchas. Sin embargo, en tales movimientos la Izquierda revolucionaria debe identificar las/los líderes verdaderas/os y ganarlas/los al socialismo. Significa que la Izquierda revolucionaria este luchando para fortalecer los movimientos progresistas sociales, particularmente en el proceso de cultivar el carácter de un frente unido de estos movimientos. La Izquierda ubicada adentro de esos movimientos, algunas/os que tal vez estén involucradas/os en la formación de un partido, tendrían tareas que corresponden a esos movimientos sociales, y la Izquierda revolucionaria debe ser una parte del apoyo del trabajo. La Izquierda revolucionaria debe aprender de las experiencias desde adentro de esos movimientos y debe resumir la práctica al nivel de la teoría. Esa teoría puede apoyar a esos movimientos y servir como componente de la teoría general para la formación de un proyecto socialista en este país.

    Existe la necesidad para tomar los pasos intermedios que pueden ubicar la Izquierda socialista en posiciones para crear tal partido. Los pasos intermedios podría significar un frente—como mencionado anteriormente—u otra forma de organización(es) de transición.

    La formación de un partido para el socialismo debe comenzar con un acuerdo sobre la situación actual (doméstica y globalmente) además de un acuerdo sobre las condiciones mínimas o puntos de la unidad necesarios para poder realizar una organización de principios. Esto significa la necesidad de un acuerdo sobre el hecho que algunos asuntos no se resuelven de inmediato, aunque se podría establecer un proceso más adelante para atenderlos.

    Ninguna organización simplemente crecerá hasta que se declare EL partido. La formación de un partido significaría la fusión conciente de varias fuerzas de la Izquierda revolucionaria y esto no es un proceso que sucederá espontáneamente.

    En la mejor se las situaciones, un grupo de organizaciones de los movimientos organizados y de Izquierda social se acordarán a organizar una iniciativa para la reformación de la Izquierda. En esto se ha intentado algunos esfuerzos pero nada salió. Nosotras/os concluimos que no había suficiente confianza entre las varias organizaciones para que se pudiera dedicar ni el tiempo ni los recursos para tal proyecto, o para dedicar su propia base a la idea. Adicionalmente, con frecuencia faltaba un sentido de urgencia. Al parecer esto esfuerzos se deshacían en parte debido a las distintas perspectivas sobre el como se debe realizar un partido. Hablamos anteriormente de un ejemplo clásico, o sea de una perspectiva casi evolucionista que un partido aparecerá espontáneamente de la lucha de masas cuando las condiciones estén maduras. Y así, no existe la necesidad para desarrollar una estrategia para la formación de un partido porque cuando el tiempo llega, el partido va a aparecer. Es por eso y otras razones que nosotras/os hemos concluido que la energía para la formación de un partido debe surgir desde abajo.

    Se supone que la Refundación de la Izquierda ocupa mucho más que la unificación de las organizaciones existentes de la Izquierda organizada e Izquierda social. La RI propone que debe haber un proceso para adelantar y desarrollar la dirección de nuevas/os Izquierdistas que tal vez jamás militaban con cualquier organización. También significa la promoción de la unidad política y organizativa con tales Izquierdistas que se consideran como solitarias/os que no pertenecen a ninguna organización o corriente. Y finalmente significa adelantándonos hacia la unidad con las varias formas de colectivos y grupos de estudio que emanan de los varios movimientos. Debemos asegurar la diversidad revolucionaria por raza, nacionalidad, género y clase para lograr el éxito. Esto significa adelantando las/los verdaderas/os líderes de los movimientos sociales además de identificar las formas organizativas que promueve la participación completa y unificación eventual.

    De esto nosotras/os proponemos:


    · Las alianzas organizativas: las organizaciones que comparten una visión común respecto a la formación de un partido para el socialismo, o simplemente el reforzamiento de la Izquierda revolucionaria, pero las organizaciones que no están preparadas para unir deben forjar las alianzas. Vemos que estas alianzas sucederán dentro de y entre la Izquierda organizada y la Izquierda de los movimientos sociales. Tales alianzas deben ser basadas por acuerdos formales para trabajar juntas en los proyectos comunes, para compartir información, y para ofrecer el apoyo una a otra cuando sea posible. Obviamente, si existe la unidad suficiente para que se fusionen, esto debe suceder. Estas opciones no son contradictorias.


    · La promoción del debate: Existe una variedad de vehículos que pueden servir como el mecanismo para el debate e intercambio entre las/los de la Izquierda. Estos foros, algunos que pueden salir de un proceso de tipo Refundación de la Izquierda, pueden proveer las noticias y al análisis sobre los asuntos que de otra manera serían ignorados. En otras palabras, esto puede ser un mecanismo para promover las discusiones amplias y debates dentro de las Izquierdas organizadas y de los movimientos sociales. El debate también puede abarcar:


    · Los debates formales: El Foro Brecht en Nueva York y el centro para la Educación Política en el Área de la Bahía emprenden los debates con frecuencia sobre los asuntos importantes para las/los de la Izquierda. La mayoría de localidades, urbanas y rurales, no tienen estas instituciones. Los debates que tocan todos asuntos desde la cuestión del partido hasta el calentamiento global deben ser parte de una campaña educativa móvil.


    · Los grupos de estudio/discusión. Existe una necesidad urgente para locales donde gente de la Izquierda puede estudiar, discutir y tomar la acción práctica. Los grupos necesitan aprovechar todas las formas educativas (visual, oral, y práctica) para que todas/os nuevas/os puedan participar igualmente. Estos grupos pueden ayudar a crear las condiciones para las nuevas formas de organización.


    · La investigación local, planeación y actividades. La Izquierda típicamente participa en las coaliciones defensivas y trabajo común sobre los asuntos concretos. Algunas/os creen que haciendo esto la unidad se realiza espontáneamente. Hay poca evidencia que indica esto. La unidad se hace por los esfuerzos conscientes. Sugerimos que las/los de la Izquierda que han forjado un cierto nivel de la unidad dentro de una área geográfica se unan a (a) llevar a cabo un análisis del estado de la lucha de clases en alguna área, (b) identificar los puntos donde una Izquierda coherente pudiera efectuar una diferencia en la formación, reforzando una lucha etcétera, (c) acordarse sobre los proyectos o puntos de concentración. Estos esfuerzos son los cimientos para un renacimiento de una política revolucionaria.


    · Reforzar los movimientos sociales de la Izquierda. Una parte del trabajo nuestro debe ser los de reforzar las Izquierdas de los movimientos sociales, no sólo en su relación a la formación de un partido sino como fuerzas independientes. Las/los de los movimientos sociales de Izquierda son diversas ideológicamente. Las/los marxistas revolucionarias/os tiene la obligación de relacionarse con las/los militantes de los movimientos sociales de Izquierda como compañeras/os pero no necesariamente con la intención inmediata, o en algunos casos de largo plazo, de unirse. Esto es el esfuerzo de formar las alianzas. La OSCL/FRSO, por ejemplo, ha trabajado muy estrechamente con las/los nacionalistas revolucionarias/os afro-americanas/os en situaciones donde nadie tenía la intención de unirse, pero de todas formas la relación sirvió para avanzar el trabajo. Este enfoque es importante con todas personas de los movimientos sociales de la Izquierda.


    · Crear un/os) proyecto(s) nacional(es) en el mundo real. Es importante que las formaciones de la Izquierda e individuos se dediquen a los proyectos de nivel nacional. Tales proyectos no deben ser invenciones extravagantes sólo para que nos unamos, sino que deben ser basados en un análisis de los eventos del mundo real y en la manera en que la Izquierda pueda contribuir y ganar de la participación activa. Esto enfrenta el aislamiento que frecuentemente ha amenazado al movimiento. Pero también demuestra el impacto que la Izquierda puede efectuar en los eventos del mundo real. Las campañas de Jesse Jackson de 1984, y más todavía de la de 1988, fueron ejemplos interesantes donde la Izquierda hizo un enorme impacto. Militantes de la Izquierda tenían papeles importantes en la campaña, inclusive en el desarrollo de las posiciones políticas (la plataforma de Jackson) y en la organización de los constituyentes que de otro modo tal vez hubieran fallado en su compromiso a la campaña. Si la Izquierda hubiera sido más unida, hubiéramos efectuado un impacto más significativo todavía. En algunos casos las fuerzas de otros agrupamientos de la Izquierda podían trabajar juntas para formar sus propias campañas en sus áreas.


    · Promover la cooperación y solidaridad de la Izquierda al nivel internacional. Regularmente ignorada en EE.UU. por la mayoría de la Izquierda es la cuestión de la solidaridad dentro de la Izquierda revolucionaria global. Esto no es un llamado para la creación de una nueva Internacional Comunista u otra formación semejante, pero hay surgiendo en la actualidad diálogos interesantes que unen diferentes fuerzas que de otra manera tal vez no tuvieran caso para dialogar. El Foro de Sao Paulo, por ejemplo, promueve conexiones entre una diversidad de la Izquierda latinoamericana. El Foro Global Social se ha presentado como un campo bastante útil para activistas. A dentro del movimiento sindicalista internacional ha habido diálogos Sur-Sur entre el Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (COSATU), la Central Única de Trabalhadoras/es de Brasil, y la Confederación de Sindicatos de Corea—sindicatos dirigidas por la Izquierda o donde la Izquierda juega un papel importante. Nosotras/os en EE.UU. necesitamos ver a las interacciones globales como una oportunidad para aprender de las experiencias de otras/os, crear estrategias para enfrentar los asuntos comunes, y educar a nuestras membresías y bases sobre los asuntos que enfrentan a la gente oprimida internacionalmente para poder formar un movimiento doméstico más maciza en contra del imperialismo yanqui. Hay que hablar sobre la formación de un movimiento en EE.UU. contra el imperio que puede ser vista como parte de un frente unido internacional contra el imperialismo y con la perspectiva de EE.UU. como el enemigo principal.


    · Ser de todas generaciones. La idea que cada generación debe empezar de nuevo y crear sus propias organizaciones significa mucho. Pero es, sin embargo, problemático. En las diferentes generaciones hay muchos conocimientos y experiencias. La Refundación de la Izquierda, comos hemos expresado, no es ni únicamente ni principalmente un asunto de la fusión de las organizaciones existentes. Se trata del establecimiento de las condiciones para una revitalización de la Izquierda revolucionaria y la creación de un partido para el socialismo. Se requiere que las organizaciones y sus activistas veteranas/os sean abiertas/os a seguir las iniciativas de las nuevas formaciones y activistas jóvenes. Esto ha sido difícil para muchas/os. Esto significaría un proceso continuo de cambio cultural, una revolución cultural por decir, mientras que las diferentes generaciones se presten sus voces al proceso de formar nuevamente la Izquierda revolucionaria.
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    Este panfleto fue producido no para dar soluciones a todas cuestiones sino para fomentar la discusión. Brevemente, queremos sugerir que aunque la mayoría de los experimentos socialistas han salido como fracasos, el socialismo es ahora más necesario que hace 100 años. Como dijo la gran socialista polaca/alemana Rosa Luxemburg hace casi 100 años, "la elección para la humanidad es o el socialismo o el barbarismo." Aunque muchas/os consideraban su declaración un juego retórico, las condiciones globales actuales hacen claro que la alternativa es, de hecho, una pesadilla. No obstante, para llegar al socialismo significa no sólo un proceso de lucha, sino la teoría, estrategia y organización. En ausencia de la teoría y organización revolucionaria sabemos que las masas oprimidas seguirán resistiendo, pero en fin de cuentas serán aplastadas/os por nuestros opresores comunes.

    Este papel es un intento modesto de difundir el análisis y pensamiento político actual que consideramos una contribución a una conversación mucho más grande sobre el camino adelante. No es un llamado para hacer algo nuevo tanto el Camino para la Libertad, sino algo más grande y más inclusivo y de nombre totalmente distinto. No necesariamente esperamos dejar quienes somos en el proceso de crear algo nuevo contigo (aunque es probable que el mero proceso nos transforme a todas/os). Lo que esperamos es unir con ustedes las/los militantes de los movimientos y miembros de las organizaciones de la Izquierda en el proceso de desarrollar algo nuevo, diferente y extraordinario que nos una en la lucha.

    Un tema unificador será la lucha contra el Estado, el instrumento de la clase dominante, y una meta es la de crear algún tipo de socialismo. Pero en el transcurso del proceso nosotras/os estamos abiertas/os a todo tipo de debate, a cuestionar las suposiciones, inclusive aspectos de lo que se ha considerado el marxismo. Estamos dispuestas/os a crear algo que fusione toda la historia de los movimientos sociales de los últimos 40 años con las lecciones de las diferentes tendencias de la Izquierda política.

    La teoría y organización revolucionaria siembra la confianza que se necesita para poder proceder bajo las condiciones más difíciles.

    Esperamos trabajar contigo y otras/os compañeras/os en el proceso de abrir un futuro socialista.

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    Para más información sobre la Refundación de la Izquierda y la Organización Socialista del Camino para la Libertad visítenos en el Internet al: http://www.freedomroad.org/

    y nos puede comunicar por correo electrónico a

    freedomroad@freedomroad.org


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    [1] Para más información sobre OSCL/FRSO vea a www.freedomroad.org

    [2] Un ejemplo de esta falta de coherencia fue cuando los Partidos Comunista de Francia y la URRS dieron su espalda a la lucha de liberación de Argelia.

    [3] La económica de Keynes enfatiza el papel del estado capitalista para promover el crecimiento económico, y adentro de si, un cierto nivel de equidad de ingresos. (Debe de haber suficiente demanda para que el sistema siga adelante.) En EE.UU. la política de Keynes tomó dos formas: 1) el programa de reformas del New Deal bajo de Franklin Roosevelt, y 2) lo que se llamaba la “política militar de Keynes:” el uso de los gastos militares para sostener la economía.

    [4] El fascismo, por lo menos como lo describe teóricos como Poulantzas, significa un nivel de desorden y la eliminación radical del estado democrático capitalista. El fascismo es también, irónicamente, un movimiento sumamente revolucionario en el sentido de que se establece una ruptura con las establecidas prácticas e instituciones. El fascismo no es igual que el régimen capitalista conservador, aunque frecuentemente se alinea con los políticos conservadores.

    [5] ‘Bloque de poder’ es un término acuñado por el teórico nacido en Grecia, Nicos Poulantzas, y significa el alineamiento de las clases y las fracciones de clases que dominan a una formación social capitalista.

    [6] El consenso del New Deal (El Nuevo Contrato Social) fue el alineamiento político desarrollado primeramente bajo el Presidente Franklin Roosevelt. El New Deal representó la adopción de un versión de la económica de Keynes, la reforma social, y el reforzamiento del rol del Estado en respuesta al estancamiento capitalista, la lucha de clases, las demandas de los movimientos sociales progresistas para una ampliación de la democracia, y una situación internacional que estaba cambiando.

    [7] A veces llamada la clase media, la pequeña burguesía es la clase entre la burguesía y la clase trabajadora y puede incluir los pequeños comerciantes, supervisores y directores/as de nivel bajo, y varios tipos de trabajos “profesionales” (abogados/as, doctores/as, etc.) La p.b. lelva tendencias contradictorias, a veces conservadoras (visto frecuentemente como la base social de los estados fascistas), pero su ubicación económica y social es precaria en el estado neo-liberal.

    [8]“Peak oil” significa el hecho que hemos acabado tanto petróleo que aún con más exploración de sitios para perforaciones los abastos totales del petróleo se disminuyen.

    [9] El Partido Revolucionario Institucional que gobernó a México por casi todo el siglo pasado.

    [10] No hay ni el tiempo ni el espacio aquí que permite presentar una discurso sobre las particularidades de estos u otros movimientos revolucionarios de Colombia. Sin embargo, cabe mencionar que nada de este documento ni afirma ni critica las prácticas de estas organizaciones.

    [11] A lo largo de los años el sentido de este término ha cambiado, pero desde la Segunda Guerra Mundial se ha referido a los partidos que habían renunciado el derrocamiento del capitalismo y se enfocaban en ganar las reformas desde adentro del sistema.

    [12] Estas ideas fueron desarrolladas después por el marxista francés Louis Althusser cuando el habló de la idea que el llamó “los aparatos ideológicos del estado.”

    [13] Cabe mencionar que Stalin adelantó la idea de la “coexistencia pacífica” directamente e indirectamente. El Acuerdo de Yalta de 1945, que repartió los “esferos” de influencia después de la Segunda Guerra, se trataba fundamentalmente de esto.

    [14] León Trotsky (1879-1940) fue activo en las revoluciones de Rusia de 1905 y 1917. Después de 1953 el dirigió la oposición a Stalin quien le había mandado al exilio en 1929. Sus dos contribuciones teóricas principales fueron (1) la idea que las naciones pre-industriales desarrollarían de modo irregular y que tomarían los aspectos de ambas naciones industrializadas y pre-capitalista y (2) la idea de la Revolución permanente” en que la revolución debería ser promovida en otra países.

    [15] Para una perspectiva estimulante sobre la experiencia marxista-leninista, vea el libro de Max Elbaum, Revolution in the Air.

    [16] La mayoría de los sectores de la Izquierda tendía de ver la Derecha política como una “piedra unida.” Nosotras/os tendíamos de ver los movimientos derechistas y/o la represión gubernamental como señales de las tendencias fascistas, el creciente fascismo, o en algunos casos, la llegada del fascismo. La obra de Sara Diamond Roads de Dominion (Los Caminos para el Dominio) da una perspectiva interesante de la Derecha de EE.UU.

    [17] El reagrupamiento nos es igual que la Refundación de la Izquierda. El enfoque del reagrupamiento es generalmente un la unificación de las fuerzas existentes y organizaciones. El llamado para un nuevo trabajo de teoría y programa no ha sido central.

    [18] Esto se puede manifestar como dependencia en una teoría vieja hasta inclusive el dogmatismo y evangelismo político, o se puede manifestar como una minimización total de la teoría y dependencia en los movimientos de las masas para que se genere espontáneamente una nueva corriente revolucionaria.

    [19] Se podría escribir mucho — y mucho se ha escrito — sobre este asunto, pero aquí queremos restringir nuestros comentarios para enfatizar los siguientes puntos. Clase no es sólo un concepto que existe aislado de las otras opresiones, ni están las otras opresiones, por ejemplo el machismo, aislados de otras. Un partido debe comprender esto teórica y prácticamente. Al mismo tiempo, la ley de las contradicciones es crítica, particularmente con respecto a la estrategia. Específicamente, en dado momento hay una contradicción principal, y su solución impacta a las otras contradicciones. La contradicción principal es influida por las contradicciones secundarias. De este modo, un partido para el socialismo debe ser extremadamente conciente de esta relación dialéctica y debe evitar reducir todas las contradicciones a la contradicción fundamental del era capitalista, la entre la labor y el capital, o de reducir todas contradicciones a la contradicción principal. El determinismo económico ha llevado muchas de las corrientes de Izquierda a ignorar las contradicciones secundarias, y frecuentemente a malinterpretar la contradicción principal en un período particular.

    [20] O como Marx lo llamaba, la “democracia burguesa,” donde existe el sufragio universal, el dominio del derecho, la competencia política y ciertas libertades políticas. El elite usa las leyes y las elecciones para defender su dominio, pero la clase trabajadora puede usar algunas de los mismos instrumentos de la democracia para avanzar sus fines, así amenazando la mera fundación del dominio burgués.

    [21] Un bloque histórico o estratégico es más amplio que cualquier partido solo, pero como señalamos anteriormente, el partido tiene como propósito la creación de tal bloque si le interesa ganar el poder en el futuro.

    [22] El materialismo histórico y la dialéctica materialista son las fundaciones teóricas y metodológicas del marxismo. Son también un estudio sobre el proceso del cambio y un entendimiento del como las circunstancias materiales forman las relaciones entre la gente y las clases y últimamente del desarrollo histórico de la humanidad.

    [23] Dentro de la tradición marxista-leninista se refiere a estos como la supremacía blanca/chovinismo nacional y el patriarcado.


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